Durante toda la vida la casa materna ha estado amenizada por un radio trasmisor que como los cuadros, los muebles, permanece en la misma ventana, inmóvil, casi invisible por la fuerza de la costumbre.
Es así como escuchando a Kalimán, solución a su problema, la ley contra el hampa y no recuerdo qué otros, pasaban mis tardes enteras mientras mi imaginación se elevaba con la voces mágicas que representaban los personajes invisibles.
El tiempo fue transformando los formatos radiales y nuevos programas fueron apareciendo, revistas de variedades que iban y venían intentaban colonizar esa franja tan dura de las 3:00 a las 6:00 de la tarde, pero fue un hecho que en esencia debía perjudicarla el que dio inicio al programa más representativo de la radio colombiana durante más de 20 años: La Luciérnaga.
El apagón de 1992, durante el gobierno de Cesar Gaviria, fue la excusa para la creación de este nuevo formato de programa radial. Bajo la dirección del reconocido comentarista deportivo Hernán Peláez, se creó un programa cómico que intentaba dar alternativa de entretenimiento a la población colombiana.
Fue tan exitosa la nueva opción que hoy 22 años después de su creación “La Luciérnaga” es el programa radial más escuchado en su franja y quizás el que más recordación genera en los radioescuchas.
Su éxito sin lugar a dudas se debe a la excelente dirección del ingeniero químico Hernán Peláez Restrepo, quien desde su puesto vio como periodistas y cómicos abandonaban el proyecto para intentar infructuosamente montar la competencia. Todos fueron extrañados, pero ninguno realmente hizo falta. Los aciertos en las nuevas contrataciones siempre superaron las expectativas de los que como yo sufríamos cada abandono.
Sin embargo, y ojalá esté muy equivocado, la salida del director no será sobrellevada fácilmente, Hernán Peláez se va este 23 de diciembre y con él ese “pecosín” al que todos le “mamaban gallo” así su voz se mostrara fuerte y desde el sofá acondicionado con hora exacta, uno se estremeciera por el irrespeto contra ese señor.
Triste para los oyentes fieles, los que le perdimos el miedo a los “tacos” (como llamamos en Medellín a los trancones), porque en la radio íbamos a enterarnos de toda la actualidad, los que buscábamos llegar pronto a la casa para escucharlos en la comodidad de ella o los que por medio de un dispositivo moderno nos aislábamos del mundo con unos audífonos y dábamos la imagen de tontos al reinos en silencio de las sátiras, el sarcasmo y la irreverencia del equipo de Peláez.
Pero lo más triste de todo tiene que ver con su remplazo, aunque no se puede negar que entre las opciones que había dejado ver la dirección de “Caracol Radio” se escogió la menos mala, Gustavo Gómez no dará la talla para el cargo y no tengo argumentos diferentes al gusto para decir esto.
Un infinito agradecimiento al doctor Hernán Peláez en nombre de la radio colombiana, en nombre de los miles y miles de colombianos que carcajada tras carcajada pasábamos el tedio de las tardes, mientras nos asombrábamos de la excelente caricaturización que de “nuestro diario acontecer” se hacía bajo su tutela.