Por: José Gregorio Hernández Galindo
Expresidente de la Corte Constitucional
Lo ocurrido el domingo en Venezuela es una buena noticia, independientemente de si representó o no una derrota para el Presidente Chávez, puesto que, analizado en su contenido y en sus efectos, fue una demostración fehaciente de que la democracia puede funcionar y funciona.
Debe reconocerse que Chávez permitió que así fuera, aunque a decir verdad habría podido aprovechar la escasa diferencia de votos entre el SÍ y el NO para crear confusión, exigir nuevos conteos, alegar adulteraciones o fraudes, prolongar la incertidumbre que se vivió durante algunas horas, y provocar un caos de impredecibles consecuencias políticas. Con gran rapidez felicitó a sus opositores y, apelando a su célebre frase según la cual «…por ahora no pudimos…», equiparando su fracasado golpe militar con su proyecto, ahora, de instaurar el socialismo bolivariano del siglo XXI.
Pero decimos que la democracia funcionó porque finalmente la que se impuso fue la decisión del pueblo, y también por cuanto se impidió usar la vía de las urnas para imponer en Venezuela conceptos de suyo dictatoriales, como la reelección presidencial indefinida -que habría perpetuado al propio Hugo Chávez en el ejercicio del poder- y la eliminación de garantías como el debido proceso y las libertades de información y prensa durante los estados de excepción.
Para el pueblo había propuestas interesantes, como la reducción de la jornada laboral, pero ellas no requerían reforma constitucional y menos un referendo, lo que permitirá debatir esos temas, si se quiere, en el nivel legislativo.
Es muy importante el precedente sentado, en especial por cuanto en otros países de América Latina -como Ecuador y Bolivia- adelantan hoy procesos similares, con objetivos parecidos, e inclusive en Ecuador la Asamblea Constituyente ha desplazado al Congreso en una especie de golpe de Estado instalado solemnemente, lo que indudablemente asocia unos acontecimientos a los otros, y creemos que se reflejará, al menos en la reflexión y en el análisis por parte de las asambleas convocadas.
Aquí mismo expresábamos preocupación por el hecho de que se llevara a cabo la campaña en medio de la intolerancia e incluso con amenazas sobre cierre de medios y otras cosas indeseables, lo que implicaba prácticamente un camino sin regreso para la libertad en Venezuela, y por supuesto nos satisfizo la forma tranquila y pacífica en que se desarrolló el evento electoral, no menos que la actitud valerosa de quienes, cuando la incertidumbre se prolongaba, exigieron al Consejo Electoral que entregara los datos. Los entregó, afortunadamente, y las palabras de su presidenta, unidas a las posteriores de Chávez, tranquilizaron a todos y eliminaron toda prevención, haciendo que el principio democrático estableciera con vigor un antecedente decisivo en la defensa de la libertad y del Derecho.