«Aquí vivimos muertos»
Íngrid Betancourt
Por: Rafael Rincón Patiño
Consultorio de Derechos
La carta de Íngrid Betancourt antes que un testimonio es el testamento de una persona que vive muerta en medio de la selva. Una ex candidata presidencial que lleva casi seis años secuestrada y de la cual se ocupan las partes porque está en la agenda de Francia.Íngrid, exhausta, le deja a su familia el amor, a Francia su gratitud, a Colombia sus deseos. La carta-testamento afirma que lo primero es la vida, ese es el real “inamovible”, ese debe ser el fundamento, esa es la clave de nuestro destino.
Pero, no es así, por eso “aquí vivimos muertos” y “la felicidad es triste”, sentencia Ingrid en su carta a sus seres queridos. Es muy difícil escribirlo, pero Colombia es un país en donde los muertos hablan. La carta de Ingrid es la encrucijada del presidente Uribe V. y de la guerrilla de las Farc. Ellos seguirán la suerte de Ingrid.Medios y fines fundamentan la responsabilidad política. El camino legitima la paz y la democracia como los móviles altruistas o el bien común.
Así menos homicidios es un fin laudable, pero deja de serlo cuando los medios son el paramilitarismo, la intimidación, la amenaza, la extorsión y el chantaje. Por el contrario son resultados dañados. La paz laboral no se consigue asesinando sindicalistas.El acuerdo humanitario es el medio para lograr un fin preciso, concreto. El acuerdo humanitario es la hoja de ruta para que las personas secuestradas obtengan la libertad y para que cese el dolor de las víctimas. Es un fin inmediato, pero no por eso menos valioso.
Los titulares del acuerdo humanitario en Colombia son las partes combatientes, protagonistas del conflicto armado, son las partes enfrentadas. El acuerdo humanitario es un recurso suplementario, porque la obligación (ética, jurídica y política) principal dentro del Derecho Internacional Humanitario la tienen las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, Farc: dejar libre a los secuestrados.Dice Íngrid Betancourt, en su carta personal, que los secuestrados son un tema políticamente incorrecto. Son políticamente incorrectos para los combatientes.El acuerdo humanitario es un tema político y por eso no va, por eso tiene dificultades, porque Colombia vive una guerra fría, porque eso es la seguridad democrática, es la negación de la política, es la guerra por otros medios.
Los enfrentados se babean por resolver el problema en la guerra: rescate a sangre y fuego para unos, o ejecución en medio del rescate, para los otros. Se sueñan con ese video.Políticamente las partes enfrentadas son responsables de la vida y la libertad de los secuestrados. La omisión de un acuerdo humanitario los hace responsables de sus efectos. Negar la existencia del conflicto armado interno es una coartada para negar la responsabilidad política.Si el destino de Íngrid es el destino de Colombia, es decir, una Colombia agotada por la guerra, cansada de reclamar la dignidad de la vida, terminaremos “selva adentro” exigiendo la dignidad de la muerte.