Hice una consignación en uno de los bancos de la ciudad, donde dicen prestar servicios en horario extendido. ¿Extendido?, extendida fue la fila que hubo que hacer por más de una hora. Hacer fila se presta para mirar las vecinas de al lado y la pinta de las cajeras, que por lo general son bonitas, pero desproporcionadas, nunca se proporcionan a uno. Mirar las cajeras entretiene, porque aunque sea contradictorio, prestan una excelente atención al cliente, así el servicio del banco sea una porquería.
Pasados 30 minutos de espera, “Pérez”, el vigilante de la entidad financiera, salió a la tarima y parodiando a un forzado actor en su escenario, echa tremendo discurso con tonalidad de sargento, con el fin de alertar a los asistentes sobre las recomendaciones a seguir para evitar el fleteo de moda en esta época. Mientras hablaba, pensaba, ¿defendernos de los fleteros?, y ¿quién nos defiende de la torturadora, embaucadora, represora, carnívora, despojadora, manipuladora, depredadora, opresora, absurda, cretina, usurera y ladrona Banca Nacional?
Recordé inmediatamente los $45 mil millones de pesos aproximadamente que recauda Bancolombia de sus escasos seis millones de clientes por concepto de utilización de la Tarjeta Debito, recursos con los que construyeron ese enorme y enigmático trasatlántico que permanece inerte en la avenida Los Industriales en Medellín. Tres adobes de esa mole de hormigón, hierro y vidrio son míos, los he pagado mil veces.
La historia que voy a contar se presenta todos los días en este país sin garantías y compromete a uno de los bancos y grupos económicos más importantes de Colombia. Esta historia revela la manera elegante como los grupos económicos mueven los hilos detrás del telón para manipular la justicia, tapar la boca a los grandes medios de comunicación; y la forma en que cobran los favores y amedrentan al gobierno de turno para moldear decisiones de Estado a su amaño.
Esta historia es el espejo de innumerables empresarios y comerciantes que se encuentran en la inmunda por culpa de los soterrados y nunca revelados errores de la banca nacional, que disfruta practicar los verbos, ejecutar, embargar, cancelar y quebrar a quienes le deben. En esta historia esta comprometidos uno de los grupos económicos más importantes del país que se encuentra en proceso de internacionalizar sus servicios: EL GRUPO AVAL Y SU BANCO DE OCCIDENTE que comanda uno de los más grandes y poderosos banqueros de la comarca, ese viejecito sin nadita que comer: LUIS CARLOS SARMIENTO ANGULO.
Luis Carlos Sarmiento Angulo, es un empresario constructor y banquero colombiano, que según la edición de la Revista Forbes de este año, figura en el segundo puesto como el multimillonario más rico de Colombia y en el puesto 135 en el mundo, su fortuna está estimada en unos 5.600 millones de dólares. Es el presidente del Grupo Aval Acciones y Valores, del cual posee más del 90% de las acciones.
Como diría Pombo, este pobre viejecito sin nadita que comer, sino carnes, frutas, dulces, tortas, huevos, pan y pez; es propietario de los bancos de Bogotá, Occidente, AV Villas, Popular, Porvenir, Leasing de Occidente, Corficolombiana, Leasing Popular, Fiduciaria Bogotá, Fiduciaria de Occidente y Seguros Alfa, entre otras empresas. Este pobre viejecito sin nadita que comer bebía caldo, chocolate, leche, vino, té y café, y el pobre no encontraba qué comer ni qué beber…
Por 15 años la Sociedad Oceanic Trading Corporation, OTC y su representante Ernesto Acosta Trujillo, fueron clientes reconocidos del Banco de Occidente en Medellín, relación financiera en la cual se realizaron negociaciones bancarias y comerciales a través de la firma de documentos como los conocidos pagarés en blanco que garantizaban todas las transacciones.
Los representantes de la Fiduciaria de Occidente de propiedad del Grupo Aval, al que también pertenece el Banco de Occidente, firmó un certificado para garantizar las obligaciones, transacciones y operaciones financieras de Acosta Trujillo como representantes de OTC, respaldadas en dos lotes de tierra, ubicados en el municipio de El Retiro avaluados por $154 millones de pesos aproximadamente, de los cuales se autorizó por parte del banco a prestar a OTC hasta el 60% del avaluó, unos $85 millones de pesos aproximadamente.
El contrato se firmó en la Notaria Segunda del Círculo de Itagüí, bajo escritura pública el 19 de febrero 1997, en el cual se garantizaban plenamente todas las obligaciones por parte de la sociedad Oceanic Trading Corporation con la entidad bancaria.
Ver contrato 001 Ver Certificado de Garantía.
Los representantes del Banco de Occidente, diligenciaron los espacios en blanco de uno de estos pagarés que previamente habían sido firmados tanto por su esposa Mónica Martínez Mesa y por Ernesto Acosta Trujillo, como personas naturales y representante legal de OTC.
A finales del año 99 Acosta Trujillo, se presentó ante Sergio León Rivera, abogado del Banco de Occidente y se acordó exigir el Certificado de Garantía, con el fin de posibilitar el pago de los $40 millones de pesos, única deuda que se tenía a la fecha de los $85 millones que previamente fueron asignados.
El 12 de enero de 2000, mediante comunicación de la Fiduciaria de Occidente, se le exigió a OTC dicho certificado para iniciar la venta de los dos lotes, con el fin de atender la obligación con el banco. El excedente del dinero sería reembolsado a favor de la sociedad OTC.
Ver Gestión de Venta.
La Fiduciaria de Occidente tenía la total responsabilidad de pagar la obligación de los $40 millones de pesos que se tenían pendientes al banco, si se tiene en cuenta que dicha entidad financiera era el único beneficiario en el Certificado de Garantía.
Hasta acá las cosas aparentemente están bien, debido a que existen predios con que respaldar la deuda en el banco, situación que tenia tranquilo a Ernesto Acosta y a los integrantes de su familia, su esposa y sus dos hijos adolescentes.
Ocho meses después en agosto de 2000, inexplicablemente, el Banco exigió a OTC nuevamente el pago de los $40 millones de pesos mediante Cobro Jurídico, obligación que había sido saldada mediante la relación financiera entre el Banco y la Fiduciaria.
En otras palabras, cuando el Banco de Occidente exige el Certificado de Garantía, documento que respalda la deuda de los $40 melones, significa que el nuevo dinero por el cual se presentó el Cobro Jurídico, no tiene nada que ver, puesto que el compromiso con la Fiduciaria al que se había llegado era otro.
Ver Certificado de Garantía.
En Colombia, las entidades bancarias y empresas de telefonía celular, por ejemplo, hacen firmar a sus clientes documentación, para garantizar el pago y el cobro de posibles deudas que se puedan generar con sus clientes. Es decir, estas entidades nunca pierden, siempre tienen el tamal amarado, siempre pierde el cliente y siempre gana el empresario, por la sencilla razón que para eso se diseño el “sistema”, dos o tres empresarios arriba y el resto abajo, sin contar que las entidades defensoras de los consumidores y en especial las auditoras y supervisoras como las superintendencias, en este país valen un orto.
El mismo agosto del 2000, el Banco de Occidente, sin notificar a Representante Legal de OTC, Ernesto Acosta, utilizó del Pagaré en Blanco firmado por éste para cobrar nuevamente los $40 benditos millones de pesos. Es decir, el Banco incurrió en el doble cobro de una misma obligación, una con el Certificado de Garantía de la Fiduciaria al Banco, y la segunda con el pagaré en blanco mediante Cobro Jurídico.
Cuando el Banco de Occidente procede al realizar el Cobro Jurídico a través de la Juez Primera del Circuito de Medellín, presenta documentación parcial. Entrega el pagaré diligenciado con los $40 palos y omite el Certificado de Garantía, con el cual se pagaba dicha obligación por parte de la Fiduciaria de Occidente. La manera en que el Banco presentó los hechos a la juez, de acuerdo con varios juristas, la hicieron incurrir presuntamente en el delito de fraude procesal, puesto que el juzgado posteriormente embargó a la empresa OTC, a Ernesto Acosta y a su esposa Mónica Martínez, sin saber, ni tener los soportes de la total documentación.
Además, las irregularidades continuaron presentándose, María Lía Mejía Uribe en representación del Banco de Occidente, sostuvo bajo gravedad de juramento ante la Juez Primera del Circuito, que desconocía las direcciones de las residencias donde debían ser notificadas las personas jurídicas y naturales, aspecto que posibilitó que se nombrara un representante o curador para continuar con el trámite del proceso, sin permitir la presencia de los demandados para asumir su legítima defensa, situación en la cual se tipifica el presunto delito de falso testimonio.
Ver requerimientos 001, extractos tarjeta 001 y
tarjetas originales.
Contrario a las declaraciones de la representante del Banco de Occidente, María Lía Mejía Uribe, se pudo demostrar que sí se tenía conocimiento de las direcciones donde era posible ubicar a los demandados, debido a que existen pruebas que demuestran que siempre a su residencia llegaron los extractos bancarios, entre otros servicios, con los que la descarada banca nacional tortura y persigue a sus clientes hasta el fin de mundo.
La decisión que tomó el Juzgado Primero del Circuito de Medellín de embargar los bienes de propiedad de OTC, y reportar a las Centrales de Riesgo a Ernesto Acosta y su esposa Mónica Martínez, causaron graves perjuicios patrimoniales y morales en el núcleo de la familia.
Por todos los medios trataron de buscar un acercamiento con la entidad financiera, pero como un tipo quebrado empieza a oler maluco, las cosas se vuelven difíciles. Al principio Acosta, contactó a Fernando Obregón, Jefe Jurídico Regional del Banco de Occidente, con el ánimo de buscar una solución a la situación. Como un tipo quebrado se convierte en un “sirirí”, el pobre Acosta con sus papelitos bajo el sobaco sólo encontró indiferencia y total desinterés por parte de Obregón. Después de varias conversaciones el alto ejecutivo le manifestó que no había nada que hacer, que es imposible, que en Bogotá tal cosa y que fue qué, que fue que, para imposibilitar el curso ordinario de negocios y las actividades comerciales y financieras del demandado.
Frente a las presuntas irregularidades en el proceso por parte del Banco de Occidente, en las cuales se ignoraron las direcciones de los domicilios de los demandados y al pleno convencimiento sobre la exigencia de pago de la deuda por dos veces, se solicitó la nulidad del proceso. En mayo de 2004, Carlos Mario Peña Londoño apoderado de Ernesto Acosta, de Mónica Martínez y OTC, presentó el incidente de nulidad.
Ver solicitud incidente de nulidad.
En consecuencia, el 24 de agosto del mismo año, la Juez Primera Civil del Circuito, la lumbrera Martha Lopera De Bernal, declaró la nulidad parcial, por no haberse realizado de manera óptima y completa la notificación de los demandados en sus respectivos domicilios. Además, se ordenó al Banco de Occidente, pagar a Ernesto Acosta, a su esposa y a OTC las costas o valor económico que se asume por administración del proceso de la demanda hasta ese momento.
Ver declaración de nulidad parcial y pago de costas.
Un día después del fallo de la Juez que ordenó la nulidad, los representantes del Banco de Occidente desistieron del Cobro Jurídico por los $40 millones de pesos y solicitaron el levantamiento de los embargos. Igualmente, los abogados del Banco insistieron ante la Juez Primera para evitar el pago de las costas, pues en este pleito los demandados no estaban enterados.
Ver desistimiento.
El 3 de noviembre de 2004, la Juez Primera, el cerebro fugado de Martha Lopera De Bernal, admitió el desistimiento y solicitó el levantamiento de los embargos, pero de manera confusa resuelve suspender el cobro de las costas al banco.
Ver documento juez primera.
Frente a las presuntas irregularidades que se presentaron en el Juzgado Primero, los asesores y abogados de Acosta Trujillo, solicitaron el traslado y análisis del caso al Tribunal Superior de Medellín.
El 16 de mayo de 2005 el Tribunal Superior falló a favor de los demandados OTC, Ernesto Acosta y su señora, y exigió el pago de las costas al Banco de Occidente, descalificando la resolución de ese pozo de conocimiento la Juez Primera del Circuito y la intención de los abogados de la entidad financiara.
Ver Resolución Tribunal Superior.
Igualmente, el Tribunal está convencido que la actuaciones del Banco de Occidente fueron contrarias a la dignidad, la justicia, la lealtad, la probidad, la buena fe, aspecto que se confirma con la exigencia de pagar las costas del proceso.
A partir del momento en que empezó el embargo y el reporte a las Centrales de Riesgos, el dulce se le puso a mordiscos a la familia Acosta Martínez, los amigos, ¿amigos?, cuáles amigos, si esos van Tutunendo abajo… La familia Acosta Martínez, sin amigos, con deudas, con las cuentas bancarias congeladas y sin la posibilidad de realizar alguna actividad comercial y financiera, estuvieron pa’ sacar la coca.
Sin embargo, el Tribunal Superior de Medellín, todavía hace ver luz al final del túnel, ratificó que los demandados Ernesto, su señora y OTC, tienen derecho a proceder a exigirle al Banco de Occidente el pago por los perjuicios causados durante todo el proceso en otra demanda.
Ver Resolución Tribunal Superior.
Posteriormente, Acosta trató de comunicarse con Efraín Otero presidente, lavaperros y representante legal del Banco de Occidente, quien nunca lo atendió, pero a través de su secretaria lo remitió a Douglas Berrío, vicepresidente jurídico del banco. Con Berrío, Acosta conversó en varias oportunidades, sin lograr avances en el tema por su desinterés.
Sin embargo, el mismo Berrío, presidente del Banco de Occidente reconoce en la carta que le envió a la Superfinanciera, que el “Banco tomó las medidas necesarias a fin de evitar mayores perjuicios”, aspecto que demuestra que el Banco reconoce que sí ocasionó perjuicios y querían dejar de seguir ocasionándolos.
Ver Respuesta del Banco a Requerimiento 001.
Lo increíble, es que después que el mismo Banco desistiera de la demanda, continuó cobrando la obligación, los hijumadres $40 totes, como lo demuestran las comunicaciones enviadas año tras año por la Fiduciaria de Occidente.
Ver Rendición de Cuentas 001.
Con respecto a la Superfinanciera, en mayo 2006, Acosta tramitó la respectiva queja. Su respuesta estuvo fundamentada en que dado su carácter de entidad pública, solamente puede realizar aquellas funciones para las que ha sido expresamente facultada, conforme al artículo 121 de la constitución Política, según la cual ninguna autoridad del Estado podrá ejercer funciones distintas de las que le atribuyen la Constitución y la ley”. En otras palabras, ¡no sirve para un ortooo!…
De acuerdo con la sensata y popular “Ley de Murphy” que explica que cuando las cosas salen mal, por lo general tienden a empeorar, eso precisamente fue lo que le pasó a Ernesto Acosta Trujillo y su familia. La situación se volvió tan alarmante que hasta los ratones se mudaron de domicilio, puesto que la vigilia se convirtió en costumbre.
El 16 de abril de 2008, Acosta Trujillo envió una carta a ese viejecito sin nadita que comer, Luis Carlos Sarmiento Angulo y su hijo muerto de hambre Luis Carlos Sarmiento Gutiérrez, con el fin de informarlos sobre la situación, puesto que el Grupo AVAL es la propietaria del Banco de Occidente. Catalogado como el mejor sarcasmo del Siglo XXI, la respuesta de este par de magos fue: “No trabajamos en dicho banco”.
Ver Respuesta de la Organización Luis Carlos Sarmiento y Grupo Aval.
Frente a la imposibilidad de continuar su lucha, después de dudar de la efectividad y prontitud de la justicia y de ratificar la inoperancia del gobierno de turno, eterno cómplice de los empresarios del país, el Representante Legal de la Sociedad Oceanic Trading Corporation, OTC, continúa su viacrucis; Ernesto Acosta, cae por segunda vez.
A los colombianos de a pie como vos, como yo, se nos olvida quiénes son los propietarios de los medios de comunicación. Los empresarios, los dueños de la ladrona banca nacional, los dueños del gobierno de turno, son también los propietarios de los medios de comunicación. RCN, Caracol y El Tiempo, para nombrar algunos, hacen parte del portafolio de negocios de los grupos económicos del país y entre ellos, invierten y promocionan sus mismos productos y servicios de sus mismas empresas, yo con yo, y el círculo se ha repetido y se repite, y se repite, y se repite…
En la inmunda, cansado, sin ilusiones, caga’o y con el agua lejos, Ernesto Acosta empieza a buscar a los distintos medios de comunicación para denunciar su caso, ante la opinión pública, para revelar una vez más la depredadora banca nacional.
Visitó LaW Radio de Julio, Especiales Pirry y el periódico El Mundo en Medellín, ahí logró cositas, pero siempre con un común denominador. La vergonzante mano negra del poder de ese pobre viejecito sin nadita que comer, su pauta comercial y las donaciones para las campañas benéficas en pro de los pobres y necesitados con las que distrae el pueblo colombiano el Grupo AVAL pudieron más. Le tapó la boca a muchos de los más escuchados periodistas como Daniel Coronel y su Noticias UNO, tele-semanario que recibe patrocinios del mismo grupo económico.
A Pirry, lo llamaron, le recordaron a su madrecita y lo que podría pasar si seguía jodiendo a ese prohombre, empresario y benefactor de los pobres, que también se lucro con el Agro Robo Seguro del posible candidato a la Gobernación de Antioquia Andrés Felipe Arias. No se pudo hacer más…
El arrasador poder de ese pobre viejecito sin nadita que comer, Luis Carlos Sarmiento Angulo y sus empresas le toca los “huevitos” al que sea, con el fin de lograr sus objetivos, pero como dice Enrique Santos Discépolo «allá en el horno te vamos a encontrar», porque con la misma vara que mediste serás medido, ¡viejito groserón!