Nada distinto podía esperarse del cacareado debate por parapolítica adelantado por el senador Iván Cepeda a su colega Álvaro Uribe Vélez. Entre saeteas acusatorias lanzadas de lado y lado, el Senado de la República le mostró al país, al que dicen representar, lo que es la verdadera política colombiana.
“Que Uribe esto”, “que Cepeda aquello”, “que Chamorro recibió cheques”, “que Cristo (Juan Fernando), no sirve”, etc, etc, etc, fueron los profundos argumentos utilizados por los debatientes. Y las ¿conclusiones? brillaron por su ausencia, lo único de lo que se tiene certeza estriba en el tema del próximo “debate” que se adelantará: la “Farcpolítica”, con cambios de posición en el espacio escénico, pero con los mismos protagonistas, que mutarán de rol, pasarán de acusados a acusadores.
Mientras tanto el auditorio, que disfruta al mejor estilo cristiano de la sangre derramada en la arena, se las arregla para solucionar sus problemas de salud, alimentación, educación, seguridad, empleo y demás, pero con la felicidad que brinda el comer prójimo en las cafeterías que ambiciosas amplificaban la transmisión minuto a minuto del show.
El decorado estaba montado, el cubrimiento mediático no había escatimado recursos técnicos ni humanos, si alguno iba al baño, (a encontrarse con yidis), allí habrían cámaras, si el otro decidía convertirse en un Sherlock Holmes regional, allí habrían cámaras, si Claudia requería de algún espacio para usar sus valiosos recursos de estilo, allí habrían cámaras, y con cada una de ellas un experto analista de la realidad nacional, internacional y universal, con conocimiento de física cuántica, analizaría lo profundo o no del nuevo aporte al debate.
Qué tristeza de clase dirigente, qué tristeza de “ágora de la democracia” (pobrecito Roy). Y que quede claro que quienes protagonizaron el profundo, interesante e importante debate son dos de los símbolos del Congreso de la República, en cuanto a su cantidad electoral, su significación política y tradición en los escenarios públicos.
Compartiremos la tesis de que fueron muy buenas actuaciones, que la fotografía en exteriores y los efectos especiales estuvieron a la altura de un buen espectáculo, (no olvidemos la riqueza literaria), lástima el guión, poco original, se le abonan algunas modificaciones, y es este minúsculo último detalle el que le restó la posibilidad de obtener un “Oscar” a la academia, he ahí el motivo por el que “el debate” pasará sin pena ni gloria, así la intención de su creador como la de los protagonistas hubiera sido la de superar “El Show de Truman”.