El debate que se adelanta en el Congreso de la República para reformar el Código de Policía Nacional es una muestra fiel de la derecha extrema que gobierna al país. Derecha a la que no le importa en lo más mínimo los derechos fundamentales de los cohabitantes de Colombia.
Y no es asunto de partidos ni de candidatos, es algo así como la genética de todos nosotros que pedimos a gritos un control excesivo de la ley y la aplicación rajatabla de la norma sin más consideraciones que la que exprese la misma.
Un código de policía enunciado en los términos en que está el que actualmente se estudia en el Congreso, no es más que la muestra de nuestra incapacidad para convivir en los límites del respeto, la tolerancia y la igualdad, y la necesidad de un “papá” que correa en mano esté pendiente de nuestros desaciertos.
Es increíble por ejemplo que haya quien defienda la “necesidad” de la violación de domicilio sin la mediación de orden judicial so pretexto de cuidar vida, honra y bienes de los habitantes o proponer, que ya es bastante violatorio de la Constitución, la necesidad de un permiso de los alcaldes para realizar eventos públicos como reuniones o desfiles.
Sobre esto último el ponente de la propuesta ha planteado que lo único que se pide hacer es notificar, sin embargo olvida el Senador Germán Varón, que en los apartes 6, 7 y 8 del artículo 82 del capítulo II, se plantea la posibilidad de que el Burgomaestre, niegue o modifique las condiciones del evento.
Reglamenta también este código las relaciones de los ciudadanos con el medio ambiente, en especial con los animales domésticos, argumentando la necesidad de respetarlos y darles vida digna, pero al mismo tiempo plantea las vicisitudes que tendría que atravesar un propietario, por cuidadoso que sea para tener un perro de raza grande, así sea manso.
Y olvida el legislador que mientras los ciudadanos colombianos recibiremos sanciones por no recoger la mierda de nuestras mascotas, o por andar caídos de la pea por las calles (inseguras para cualquier mortal) de las amables ciudades colombianas, los delincuentes campearán por esas mismas calles haciendo de las suyas, como lo hicieron el pasado sábado en el sector de la Plaza Minorista de Medellín, cuando un joven fue asesinado a golpes por no pagar una recarga de celular de ochenta mil pesos.
También olvida el legislador que mientras a nosotros, los ciudadanos de a pie, nos sancionarán por el grave delito de lavar el vehículo en la calle, las multinacionales (claro el código de policía es para los connacionales), destruyen las montañas y contaminan los ríos.
No se les ocurre a los “padres de la Patria” que si los colombianos viéramos la aplicación de la ley a los de corbata, que si nos percatáramos que aquel dicho que reza que “la ley es para los de ruana” ya no tiene vigencia, un código tan restrictivo y prohibicionista como éste no tendría razón de ser.