El Concejo de Medellín analizó por enésima vez la explotación sexual infantil en la ciudad.
El sobre diagnóstico fue propuesto por las concejalas Daniela Maturana, Nataly Vélez y Luz María Múnera que hablaron lo mismo del año pasado y el antepasado para no tocar la última década.
Los últimos gobiernos municipales, incluidos sus concejos se pusieron en la tarea de convertir a Medellín en una ciudad de servicios, y no tuvieron en cuenta que los servicios sexuales también hacen parte de la demanda que tiene la ciudad.
Los servicios sexuales, y lastimosamente la explotación sexual infantil, son la demostración del abandono permanente del Estado, especialmente en los sectores más marginales, donde se carece de empleo, donde los servicios públicos domiciliarios son impagables o no existen, donde no hay transporte, ni educación, ni salud, ni padres, ni madres, de pronto padrastros…
La doble moral de algunos concejales sólo les da para asombrarse del problema desde la curul cuando se hace el repetido debate, porque se ha demostrado que la explotación sexual infantil y la oferta de putas son un problema y una actividad de nunca acabar en una ciudad que se prepara constantemente para ser una de las mejores metrópolis del mundo.