La permanente contaminación del aire en el Centro de Medellín y algunos puntos del Valle de Aburrá que volvieron a estado crítico después de culminada la Semana Santa, determinará la posibilidad de decretar la medida del Pico y Placa por 24 horas.
La preocupación de Eugenio Prieto Soto, Director del Área Metropolitana es la herencia que les dejaremos a los hijos de nuestros hijos, puesto que el deterioro del medio ambiente es tan lamentable que hay que tomar cartas en el asunto para disminuir la alta contaminación.
Pero más allá de las restricciones gubernamentales en aras de mejorar el medio ambiente y en especial el aire que respiramos los habitantes de la “Ciudad Región”, está hacer cumplir la Ley y los Decretos que expiden los mandatarios municipales del Valle de Aburrá.
Ojalá los Agentes de Tránsito botaran el miedo para preguntar, por ejemplo, a los informales que realizan viajes colectivos ilegales entre San Diego y el Centro de la ciudad, si tienen la revisión técnico-mecánica al día. Ese es un punto de todos los paraderos hechizos que hay en la ciudad.
Contrarrestar el transporte informal y descentralizar la llegada del transporte público al Centro de Medellín impactaría indudablemente la contaminación en esa zona de la Capital de Antioquia.
Lo que pasa mi querido Eugenio, es que las Administraciones anteriores han sido incapaces de integrar de manera eficiente el transporte público urbano como buses y colectivos a las diferentes estaciones del Sistema Masivo de Transporte por físico miedo de quienes respaldan el negocio del transporte público vehicular, que al parecer, desde hace mucho rato, está infiltrado por la mano negra de la ilegalidad y eso da susto, por eso lo matan a uno…
Regular con más eficiencia el ingreso de los buses de transporte público al Centro de la ciudad es de mayor impacto que vender la romántica idea de ponernos a montar en bicicleta como lo pretende el concejal Daniel Carvalho que se está estrenando como “nuevo político” sin contexto urbano porque la clase universitaria es una cosa y la realidad otra muy distinta.
La queja generalizada es el exceso de vehículos particulares en Medellín. Por qué no le dicen a Manuel Santiago Mejía que deje de vender tanta moto barata que las entregan mostrando la cédula y sin fiadores. Por qué no supervisan las concesionarias de vehículos nuevos como Toyota, Nissan, Hyundai y Renault para evitar mencionar las chimbas marcas chinas que venden en Medellín más de 300 mil carros cada año. Regular esas ventas de carros sí que disminuiría la contaminación visual, ambiental, auditiva y hasta mejoraría la movilidad. Pero hay que entender el gobierno, ponernos a volear “quimba” o exigirnos a montar en bicicleta es mucho más fácil que afrontar el problema como debe ser…
