Mientras los grandes empresarios y propietarios de ensambladoras en Colombia, y especialmente en Medellín, inundan las calles con motos que entregan a interesados con sólo mostrar la cédula de ciudadanía; en Ciudad de México ni circulan en las calles, aspecto que lleva a las concesionarias a tener que hacer mayores esfuerzos para que un cliente las reciba con los mejores planes de pago.
Según Hugo Israel Zavala, conductor de un taxi de turismo, desde hace varios años la venta de motocicletas disminuyó considerablemente por la sencilla razón de que se convirtieron en un peligro tanto para motociclistas como para peatones.
De acuerdo con datos publicados recientemente por el Gobierno del Distrito Federal, en la Ciudad de México circulan diariamente unos dos millones y medio de vehículos entre particulares y de transporte público urbano, lo que hace que el tráfico sea imposible.
Tanto carro circulando diariamente fue lo que generó que los motociclistas se convirtieran en «kamikazes sin causa», debido a que el índice de accidentes de tránsito en los que se veían comprometidos se aumentó cada día.
Pero, ¿hasta dónde alcanza la voluntad política en Medellín para que entre gobierno y empresarios exista la posibilidad de regular la venta de motocicletas y vehículos en la ciudad?
Ninguna diría yo, porque los empresarios, tuvieron bastante influencia en la elección del nuevo mandatario local, a quien le interesa ponernos a andar a pie y montar en bicicleta, antes que solucionar los problemas que verdaderamente se podrían convertir en un asunto de salud pública.