Por: Carlos Alberto Cardona
Un emporio económico brasileño con dineros contaminados por todo el mundo, se encuentra en el ojo de huracán, bajo la mira de fiscales, de Transparencia Internacional y del ciudadano del común bombardeado por todo de tipo de información.
Esta joya que nació en los años 50 con un joven audaz de ascendencia Alemana, Nolberto Odebrecht, quien falleció en 2014, con base en ingenio, impulsó el «no respetar pinta» para crecer hasta convertirse en un gigante de la infraestructura, de la contratación, de la industria petroquímica, y hasta de trata de personas y esclavitud laboral en el continente Africano, como se le acusó en su momento.
Corrupción, palabra manida en todos los idiomas y en todos los estados, proviene del vocablo latino –Corruptio- que significa corromper, hacer pedazos, pervertir, dañar…
El vil metal es conductor perverso para aniquilar la entraña humana y el territorio es proclive para que el fantasma del “torcido”, la ilegalidad y la coima prospere en la clase dirigente pública o privada.
La lista es interminable de hombres preparados en las mejores universidades del mundo, hijos del capitalismo salvaje, sin alma a la hora de hacer negocios, seres privilegiados que en muchas oportunidades han defraudado a las mayorías hambrientas de oportunidades. ¡Qué vergüenza!, ¡qué desgracia! y lo peor es que son tan abusivos, que continúan dando la cara a la nación, pidiendo clemencia y colocándose de mártires y víctimas del no debido proceso.
Odebrecht, que el año pasado facturó 32.000 millones de dólares que sirvieron para acabar la vida política de Lula Da silva, que tumbó a la presidente Vilma, que tiene en vilo al actual presidente Temer y a muchos dirigentes de esa nación, también llegó a Colombia y tiene a varios exfuncionarios en la cárcel y cuestionadas las campañas del presidente Santos y el excandidato Oscar Iván Zuluaga.
Pero hay más escándalos y actos de corrupción. El desangre de Saludcoop, orientado por Palaccino, quien robó y desvió al extranjero miles de millones de pesos provenientes de la salud de los colombianos, llevó a que el empresario tuviera el descaro de interponer acciones de tutela por lo que no es suyo.
Ni hablar del caso propiciado a Coomeva EPS en el que aparece como sospechoso por malos manejos, Fernando Panesso Serna o el de la EPS de los pobres, Caprecom, que la volvieron añicos y de la que se esfumaron producto de malos manejos, desvíos, sobrefacturaciones, alianzas fatales con proveedores, más de $559.000’000.000 (quinientos cincuenta y nueve mil millones de pesos).
Transmilenio con desvíos de $156.000’000.000 (ciento cincuenta y seis mil millones de pesos) comprometen a Luis Eduardo Garzón, Liliana Pardo y el exalcalde Samuel Moreno, ya condenado por otros asuntos.
Agro Ingreso Seguro comandado por Andrés Felipe Arias, quien como gato chiquito dirime con la justicia de los Estados Unidos para evitar que lo regresen a su país. Cuando fue Ministro de Agricultura embolató unos $12.700’000.000 (doce mil setecientos millones de pesos) que fueron a parar en manos hasta de reinas de belleza.
Estamos en manos de la corrupción, públicos y privados han hecho de las suyas en el país del sagrado corazón de Jesús. Propios y extraños desangran día a día el ya de por sí aporreado fisco nacional, y aquí… aquí no pasa nada.