viernes, diciembre 20, 2024

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EFEMÉRIDES

Por: Héctor Hernán Gallego Rodríguez. “El Jardín Cerrado” Guatapé

Hoy 29 de Marzo se celebra una de las efemérides más controvertida de las letras en la literatura Alemana del siglo XX: el nacimiento de Ernst Jünger. Poco antes de cumplir los 103 años en pleno dominio de sus facultades físicas como mentales muere el 17 de febrero de 1998. Grandes sucesos enmarcan el año de su nacimiento 1885: estalla del caso Dreyfus; Röntgen descubre los rayos X; se inventa el cine. Año que el autor concibe como el inicio de la era de la técnica.

Héroe de la primera como de la segunda guerra mundial, herido siete veces en combate, entomólogo; enaltecido por el gobierno francés. Con innumerables doctorados “Honoris causa” otorgados por universidades, de Madrid, Bilbao y el País Vasco. Italia le ensalza: Venecia, Palermo, Roma le premian. Amigo de Picasso y de Jean Cucteau. Jorge Luis Borges le visito en su casa de Wilflingen, largo rato estuvieron platicando tomados de la mano. Con el filósofo de la Selva Negra Martín Heidegger sostuvo una larga amistad, mutuamente se dedicaron escritos.

El llamado “Zorro del desierto” Erwin Rommel leyó su escrito redactado durante la segunda guerra mundial sobre “la Paz”, escrito considerado como referente teórico, que en parte le decidió a participar en el atentado contra Hitler con las consecuencias fallidas y fatídicas para el mismo Rommel, obligado a suicidarse. Goebbels buscó siempre la amistad del literato, pero cansado de “tenderle puentes de oro” y que Jünger los desdeñara, acaso tuvo que ver con la asignación del escritor al frente más salvaje de la Segunda Guerra Mundial, el Cáucaso, con el fin de que le matasen. Junto a Albert Hoffman “pasados los setenta” realizó experiencias con el LSD y la mezcalina tal como lo consigna en su texto “Acercamientos, Drogas y Ebriedad”. Su pasión por los insectos, varias especies llevan su nombre, le llevó a ser el blanco de ataques por “los verdes” que veían en él un asesino consumado, ataques que se renovaron al concedérsele el premio Goethe. El Día de su muerte los periodistas de Caracol radio celebraron su desaparecimiento con las palabras: “Ha muerto el poeta del Nacional-socialismo”.

Jünger amó a su patria y participó en sus guerras como lo haría cualquier nacional arrastrado por los acontecimientos de la historia. Pero se abstuvo de hechos criminales y muy tempranamente antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial en su libro “Sobre los Acantilados de Mármol” había denunciado la barbarie que el nacional-socialismo entrañaba. Su libro fue un éxito pero no lo entendieron. Goebbels y Goering querían su cabeza, pero Hitler dijo: “Jünger no se toca”. Asignado a la retaguardia durante los años del segundo conflicto liberaba a escondidas pájaros cautivos (judíos) y rescataba de los escombros patrimonio de los pueblos vencidos. La ciudad de Laon en 1972 reconoció su labor y para expresar su gratitud escribieron: “Ernst Jünger a sauvé notre bibliothequé”. Su amistad con Jean Paulhan cabecilla de la resistencia francesa y la defensa de Hannah Arendt ante la Comisión Europea para la Reconstrucción de la Cultura Judía hablan de sus valores y la trasparencia de su persona. François Mitterrand, Helmut Kohl y el presidente español Felipe Gonzáles le visitaban ocasionalmente.

En varios textos, unos de forma implícita y otros de forma explícita Jünger nos da a conocer su pensamiento político. “Eumeswil”, “El Trabajador”, El Emboscado”: “Eumeswil” relato con cortes de ficción; “El trabajador” ensayo donde, de acuerdo a las exigencias del “espíritu de la época”, propone el tipo de hombre que las fuerzas altamente tecnificadas exigen al ahora. “La Emboscadura” un libro para analfabetas políticos, llamado también el Libro del Rebelde. “Anarca”, “Trabajador”, “Emboscado” títulos para un mismo hombre. Un hombre soberano dueño de sí, amante de las musas. Un solitario, un trabajador, un emboscado. Comprometido tanto exteriormente como interiormente sólo consigo mismo, “un nuevo tipo que se distingue del anarquista por su carácter radicalmente solitario y escéptico”. Un Hypocrite, un actor al modo griego; todo un personare como lo definiría la lengua latina. Pero el trabajador en Jünger ha perdido la connotación peyorativa del proletario, es más una figura prometeica, que ha rebasado su reivindicaciones salariales para centrarlas en la libertad. Tipo de hombre que no se deja implicar por la dimensión de la técnica, se vale de ella y la explota si ello le resulta útil, de lo contrario la ignora y se retira a su mundo interior.

Tesis ciertamente escandalosas: “La economía no es un poder capaz de otorgar libertad (…) el sentido económico no está en condiciones de abrirse paso hasta los elementos de la libertad”. p.35

Rechazar todas las explicaciones de la aparición del trabajador como un fenómeno económico o como un producto de procesos económicos, o como una especie de producto industrial conlleva a desenmascarar su procedencia burguesa. Tal vez la Colombia del post conflicto pueda reconocer estas líneas:

“(…) El burgués extermina a quienes efectuaron y cometieron realmente los actos y los atentados que le abrieron a él por la violencia las puertas del dominio tan pronto como acaban su tarea”. p.27

Extraña una concepción que le pide al trabajador que se declare independiente del mundo económico, no renunciando a este mundo, sino subordinándolo a una reivindicación de dominio de índole más amplia. Que llegue a percatarse que “cada una de las victorias de la técnica, es aquí una victoria de la comodidad, y quien determina el acceso de los elementos es la economía”.p53. Es el hombre “amante de las musas” quien puede indicarnos el camino más acertadamente que los propietarios de los grandes capitales, pues son los artistas quienes han hallado en el trabajo su misión propia y en consecuencia su libertad.

“Trabajo es el tempo de los puños, de los pensamientos y del corazón, trabajo es la vida de día y de noche; trabajo es la ciencia, el amor, el arte, la fe, el culto… trabajo es la vibración del átomo y trabajo es la fuerza que mueve las estrellas y los sistemas solares” p.70

“El trabajador”, Jünger Ernst, 2ª. Ed. Tusquet Barcelona 1993. p. 349

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Ruben Benjumea
Soy periodista por vicio y bloguero por pasión y necesidad. Estamos fortaleciendo otra forma de hacer periodismo independiente, sin mucha censura, con miedo a las balas perdidas, pero sin cobardía.