lunes, diciembre 23, 2024

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ESTO TIENE QUE CAMBIAR

La desmovilización de las FARC-EP, tan cuestionada por unos y aplaudida por otros, tendrá, necesariamente, que determinar algunos cambios en el interior de la sociedad, no quiere ello decir que sea para bien o para mal, pero cosas diferentes tendrán que aparecer, sin embargo por lo que se anticipa, esos cambios no serán sustanciales.

Es un hecho que, gústele o no a ciertos personajes de la vida pública colombiana, los miembros de las FARC-EP, han cambiado el fusil y la clandestinidad por la política y la presencia abierta en muchos escenarios de la sociedad.

Y tan decidido está el grupo guerrillero a dejar las armas, que pese al evidente incumplimiento del gobierno de los acuerdos de la Habana, del asesinato –pareciera ya sistemático- de exmiembros del grupo y de sus familiares y de la cantidad de tropiezos que algunos sectores de la ciudadanía ha puesto para el fin del conflicto, las FARC-EP continúan con el proceso.

En los últimos días han circulado por las diferentes redes sociales lo que pareciera es una campaña publicitaria para televisión en la que el grupo insurgente prepara su presentación en sociedad como partido político.

Las propagandas, realizadas con una técnica envidiable para cualquier canal de televisión, muestran una, un colombiano en una ambulancia que por nuestro deplorable sistema de salud es sometido al paseo de la muerte, y otra que creativamente, critica la corrupción que se carcome a nuestro país.

Pese a lo bien logrado de los comerciales, el discurso es completamente igual al de los políticos tradicionales, lo que hace pensar que no hay diferencias de fondo entre la recientemente mostrada faceta de las FARC-EP y los tradicionales y anquilosados partidos políticos colombianos.

Diferencia no se ve. Contra la corrupción se ha pronunciado Centro Democrático, el partido de la U, Cambio radical, los liberales y los godos, el Polo democrático y su intransigente vertiente del MOIR e incluso los verdes y los partidos religiosos.

Congresistas de todas las vertientes, incluso el creador de ella, han radicado proyectos de ley que reformen el cruel sistema de salud de los colombianos enmarcado en la letal ley 100.

En ese lugar común cayeron las FARC-EP, un discurso intranscendente, increíble, poco original que no aporta nada a la decadente democracia colombiana, el mismo discurso de todos los que han dominado el país durante décadas completas.
La sentencia final, “esto tiene que cambiar”, no es más que demagogia, emanada del otro lado, pero igual, demagogia.

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Ruben Benjumea
Soy periodista por vicio y bloguero por pasión y necesidad. Estamos fortaleciendo otra forma de hacer periodismo independiente, sin mucha censura, con miedo a las balas perdidas, pero sin cobardía.