viernes, diciembre 27, 2024

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SIN MÁS… VIOLENCIA


Una vez más la educación colombiana es puesta en tela de juicio. Ahora por el video que se convirtió en viral en el que se ve una agresión de una escolar a otra compañera y que arrojó como resultado el apuñalamiento de una de ellas.

Las críticas atacaron los equivocados modelos pedagógicos implantados en las escuelas, y condenaron el sistema educativo en general.

Y entonces aparecen los grandes titulares con entrevistas a expertos (que nunca han pisado un aula de clase en una escuela básica) a criticar y dar soluciones milagrosas contra la violencia escolar.

Eventos como el publicitado a mediados de la semana anterior muestra la realidad de una sociedad enferma, víctima sobre todo de la negligencia de gobiernos indolentes y de fracasadas políticas sociales basadas en teorías igualmente equivocadas, tomadas por los representantes de los gobiernos para mantener la realidad social que los perpetúa bajo un engañoso sistema político que nos hace creer que podemos elegir a nuestros gobernantes.

El riguroso análisis taxonómico hecho por los estudiosos sociales a la violencia de nuestra sociedad no ha permitido más que disfrazar la cruda realidad y hacer que se tomen medidas insuficientes, en algunos casos equivocadas a propósito y en algunos otros (los menos comunes), de buena fe.

Decir que en Colombia hay violencia política, violencia originada en el conflicto, violencia paramilitar, violencia común, violencia del crimen organizado, violencia familiar, violencia contra las mujeres, violencia contra los niños, violencia escolar y violencia…, no hace más que fragmentar la verdadera causa de un fenómeno real que ha hecho que, por ejemplo, los días en que se conmemoran fechas para homenajear los seres queridos sean los más violentos del año.

Con perdón de las feministas, qué diferencia hay entre la agresión a una mujer por parte de su pareja, del ataque sufrido por una escolar a manos de otra o de un hincha de un equipo apuñalado por el de otro. Cuál es la diferencia del ataque realizado por un grupo guerrillero del ejecutado por el ejército o del generado por una disidencia, o un grupo narcotraficante.

En todos los casos la dignidad y la vida han quedado relegados a un segundo plano, en todos hubo valores que opacaron el más sagrado consagrado en todos los tratados nacionales e internacionales.

Por qué hay penas escandalosas contra quien cometió el atentado y contra el que mató a su amigo en un festejo tienen atenuantes que le rebaja la pena ostensiblemente.

Esa rigurosa clasificación de nuestra violencia ha generado por ejemplo que se den homicidios de primera, de segunda y hasta de tercera, que muchos de los crímenes queden en la impunidad, porque hay otros más importantes y que los medios de comunicación sean en última instancia los que impongan la agenda nacional a la justicia, pero lo peor es que ha evitado se tomen medidas reales y de fondo contra el cáncer que se carcome a nuestra sociedad.


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Adolfo Ospina
Licenciado en Educación Español y Literatura de U de A, apareció hace unos 4 años a este proyecto. Especialista en pedagogía de la lengua escrita de la Universidad Santo Tomás, Ambientalista y defensor de los derechos de los animales, peor que Vallejo.