Por: Héctor Hernán Gallego. “El Jardín Cerrado, Guatapé”.
El poeta ciego argentino, Jorge Luis Borges, señalado en un sinnúmero de ocasiones por sus ideas, no solamente altamente conservadora sino escandalosamente liberales, solía decir que su membrecía como poeta la había sido otorgada en Zurich o en Ginebra; es decir como poeta tenía otra ciudadanía, además de la de ser argentino. No es que prefiriese ser europeo como añoranza de buen tercermundista. No, Borges que se sabía buen compadrito, antes que argentino se sentía habitante de un extraño mundo, como hijo del planeta en el cual Argentina no existía.
Los puristas, gramáticos y lógicos; aquellos a quienes hoy todo les parece obvio, rechazarán estas afirmaciones por contradictorias. Como contradictoria les parecerá además que una persona del común, ante esta contienda electoral que se nos avecina, escoja para Senado un color distinto al que podría, marcar para la Cámara de Representantes.
Recuerdo ahora las palabras de Whitman ante sus detractores “Dices que me contradigo, muy bien me contradigo, pero si soy inmenso poseo mundos”. De mundo es que carecen aquellos gramáticos, asentados en lo obvio, en la lógica que no ven mas que, ante el múltiple abanico de posibilidades electorales, la única línea que les otorga un partido y de la cual no pueden alejarse so pena de perder la posibilidad de volver a levantar la cuchara. Se entiende, se les comprende, hasta es posible llegar a justificarles.
Lo que no se entiende y no se justifica es que estos esclavos de las gabelas gubernamentales se muevan en asuntos de política como si ellos fueran la regla, la norma, la única directriz; y no comprendan y no permitan que aquellos libres de esos avatares que ocasiona el vivir alejado de componendas políticas se muevan de manera diferente a como lo hacen ellos, esclavos de la estrecha utilidad.
Llamó la atención durante la presente semana los argumentos que por las redes, un candidato al senado, un poco más libre de esos avales burocráticos, esgrimía ante aquellos sorprendidos seguidores de una línea política que no entendían el por qué el candidato en mención carecía de sede física para desarrollar su campaña: “Mi sede son los caminos, mi sede es el encuentro con ustedes, los pueblos que he visitado; mi sede es donde me llaman, donde me abren su puerta. Mi sede es el país donde habito y moro, donde también moran ustedes”.
Carlyle en 1843 escribió “La democracia es la desesperación de no encontrar líderes que nos dirijan”. Desesperación palpable en aquellos comprometidos con una razón, con una línea, con un líder, con un poder. Que no ven con buenos ojos que un hombre libre, al sufragar lo realice de acuerdo a sus parámetros y de acuerdo a su convicción personal.