domingo, diciembre 22, 2024

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UNA GARRITA EN EL CORAZÓN

En uno de los barrios altos que han incrustado en las montañas que encierran el Valle de Aburrá, estigmatizado cuando partieron la ciudad en comunas, las de aquí y las de allá, poniéndole la letra escarlata a aquellas ubicadas en el nororiente, en uno de esos barrios que han visto caminar por sus deshechos milicias, paramilitares y combos y a veces, policías, vive la Vieja.

Isabel Cristina, la Vieja, que no lo es pues apenas atraviesa el medio siglo, dispone su tiempo e ingresos entre el manejo de una tienda escolar y la ayuda desinteresada a perros y gatos callejeros, que en los barrios altos, de casas chicas y milagrosas, pululan.

Criollos, como Lola, cruces entre razas o pit bull, los satanizados perros asesinos, usados por unos para peleas de canes y por otros para mostrar su poderío, pero abandonados apenas sufren una herida, todos son socorridos por esta mujer caritativa de excelente sentido del humor.

Mientras cocina para los profes del colegio, habla de Pimienta y Tomillo, de Vilma o de Yimmy, los perros adoptados con los que comparte su casa. También habla de sus amigas, aquellas vecinas con las que comparte esperanzas y anhelos, con las que ha construido el barrio de hoy y sufrido el de ayer, con ellas ha conformado un grupo de rescate y ayuda para perros y gatos desprotegidos.

“Ponte una garrita en el corazón” es el lema que pretende afianzar para la próxima posible fundación de cuidado de animales abandonados, por el momento con tapas de plástico que vende en el sector y la caridad de uno que otro desprevenido, la vieja recoge los animales, los alimenta y les brinda atención médica veterinaria, mientras les consigue un albergue con alguien que realmente los quiera, difícil esto porque después de que uno de los socorridos ingresa a sus casas, con mucha dificultad volverá a salir.

Busca con sus “cómplices”, legalizar la naciente fundación, que un terreno del Municipio en el sector sea habilitado como hogar de paso para tener a tanto animalito desvalido que hay no solo en el Popular número uno sino en toda la ciudad.

Personajes como ella, heroínas del día a día, luchadoras constantes sin más ánimos de recompensa que el premio de que un animalito abandonado logre un resto de vida feliz, son las que habitan nuestra ciudad, las que habitan esos barrios altos, llenos de tristezas y de soñadores, barrios que son testigos mudos de todo lo que ha vivido esta ciudad, que muchos pretenden ignorar y otros desconocen porque son del lado de acá.

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Adolfo Ospina
Licenciado en Educación Español y Literatura de U de A, apareció hace unos 4 años a este proyecto. Especialista en pedagogía de la lengua escrita de la Universidad Santo Tomás, Ambientalista y defensor de los derechos de los animales, peor que Vallejo.