domingo, diciembre 22, 2024

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EN LA CORTE

Cuando me enteré de la noticia lo primero que hice fue llamar a mi mamá, una viejita de 82 años a quien lo único que no se le olvida son las fechas cuando empezó a trabajar como maestra en la montaña, cuanto se ganó por primera vez y el nombre del primer “supervisor” que revisó su trabajo.

-Amá, ¿se acuerda del abogado que le ayudó con el divorcio con mi papá? ¿Que qué?, respondió la octogenaria. -¿Qué si se acuerda del abogado al que le pagaste cuotas de $5.000 (cinco mil pesos) para el divorcio con mi papá hace como treinta años?… ¡Amá!, ¿si me estás escuchando?…

Después de contextualizar y refrescarle la memoria a mi Santa Madre, porque eso sí pa’qué, logró entender que el abogado que conocía desde hace más de tres décadas había sido designado como nuevo Presidente de la Corte Suprema de Justicia.

Álvaro Fernando García Restrepo nacido en Jardín Antioquia, en el suroeste del Departamento, hijo de Don Víctor García y Doña Eugenia Restrepo alcanzó la más alta dignidad del Poder Judicial después de seis Salas Plenas en la Corte y de ser magistrado de la Sala Civil del mismo organismo.

Orgulloso y sacando pecho pude ver al Rector de la Universidad Autónoma Latinoamericana, Rodrigo Flores puesto que García Restrepo es egresado de la AULA, y quien además, adelantó estudios en Filosofía y Letras en la Universidad de Antioquia. Álvaro es también especialista en Derecho de Familia y cuenta con estudios en Derecho Civil.

Álvaro Fernando García Restrepo, para mí, un humanista, un tipo serio, sencillo, académico, honesto, después de ejercer su profesión de manera independiente, llegó a ser conjuez al Tribunal Superior de Antioquia y posteriormente Magistrado de la Sala Civil del Tribunal Superior de Bogotá.

Ha sido docente y catedrático en las universidades Autónoma Latinoamericana, de Medellín, de Antioquia, Gran Colombia, la Sabana y de Zaragoza en España.

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Ruben Benjumea
Soy periodista por vicio y bloguero por pasión y necesidad. Estamos fortaleciendo otra forma de hacer periodismo independiente, sin mucha censura, con miedo a las balas perdidas, pero sin cobardía.