Apareció un monstro más terrible que el Coronavirus: la economía y la posibilidad muy latente de una crisis. Contrario a lo que se pensaba, el mundo ha vuelto a acomodarse, a nivelar las cargas, a poner las cosas en su sitio y “chancleteando” el acelerador, piensa echar a funcionar el motor de la producción.
Ya no hay problema en salir a las calles y contraer el virus, ya el problema es no tener a qué salir a las calles, es haber perdido el empleo, es que no haya con qué comprar comida ni quien la done, ya la dificultad no es la escasez de respiradores, sino de compradores para la producción represada.
Y en el marco de esta nueva pandemia, la crisis económica, empiezan a aparecer los virólogos-economistas con sus medidas de protección del modelo capital, los gurúes del tema, a proponer las alternativas para destruir al nuevo virus.
El primer damnificado de las medidas será el Estado, sombrero de conejo de donde deberán salir las soluciones para las empresas, sin lugar a dudas, hubiera sido más fácil si, como antes de la década de los 80, tuviéramos uno fuerte, con el dominio de los servicios esenciales, pero hoy, y gracias al neoliberalismo, los Estados son débiles y con poca capacidad de maniobrabilidad, en cascada, como fichas de dominó cayendo, están las personas naturales, sobre quienes recaerá gran parte de la carga impositiva con la que se pretenderá la recaudación de dineros para ayudar a las empresas y en tercer lugar y no es nuevo, el gran damnificado será el empleo y por su puesto los trabajadores.
Ya en Colombia ha hecho carrera que cada reforma tributaria trae consigo un paquete de ayudas para las empresas que generen empleo o que por lo menos mantengan el existente, de la mano de ese, aparecerá también la tan anhelada reforma laboral que a Carrasquilla y los demás les gusta tanto: contratación por horas, desaparición del salario mínimo, flexibilización de los aportes patronales a la seguridad social, entre muchas otras.
El camino está expedito, las fauces de los empresarios abiertas esperando la caída de la víctima, y el gobierno áulico de los poderosos, construyendo la nueva realidad laboral del país.
Y no es cuento, ya en una reforma laboral inicial, se acabó con parte del recargo nocturno, se acabó con garantías laborales, se crearon nuevas forma de contratación, completamente inhumanas y se extinguió de manera total la estabilidad laboral. Todo esto en nombre de la generación de empleo.
El cambio que se esperaba diera el mundo a raíz de la crisis generada por la pandemia y el encierro al que fuimos sometidos en nombre de la protección, se dará para generar empresas más fuertes, para afianzar (podría decirse para rescatar) el salvaje modelo capital.