Como si ya no estuviera lo suficientemente desprestigiado, el Congreso de la República de Colombia, hace esfuerzos ingentes para ser la Institución más odiada por los ciudadanos del país del sagrado Corazón de Jesús.
Esta vez en una audaz jugada del partido sepulturero, la llamada Cámara baja, que ya es subterránea, eligió como miembro de la comisión de archivo (léase comisión acusatoria), al acusado de complicidad con el Ex de manipulación de testigos, Álvaro Hernán Prada. El representante por Huila, Prada Artunduaga, para evitar confusiones, está involucrado en el mismo capítulo criminal que hizo que el expresidente, se volviera dos veces más Ex (exsenador y expresidiario).
La comisión de acusaciones, célebre por su protagónico papel en el proceso 8000 de Ernesto Samper, es la encargada de investigar a, entre otros, presidentes, magistrados de las altas Cortes y demás connotados personajes de nuestro aporreado país.
La presencia del cómplice Pradita en esa instancia deja de nuevo en entredicho el actuar de los legisladores colombianos, sobre todo de los del partido sepulturero, que a toda costa buscan cooptar espacios que les genere algún tipo de blindaje a los miembros de lo que llamara algún twittero, “la bandola”.
El mensaje enviado por la Cámara de Representantes al pueblo es claro: no les importamos un reverendo pepino y mucho menos lo que pensamos de ellos. Hacen lo que y cuando les provoca.
Al mismo tiempo, y sin ninguna contemplación, nos dicen que hacen lo que sea porque nosotros, los votantes de la República bananera, los elegiremos de nuevo sin ningún recelo.
Definitivamente nuestra democracia es de pacotilla y quienes la lloran y la exigen saben que en ella encuentran la excusa perfecta para perpetuar su dominio sobre el territorio de este pobre país.
El estirón del muerto
Tras la proclama de presidente de Biden, en Estados Unidos, me imagino la tristeza del partido sepulturero, no por la elección de los gringos, sino porque les enrostraron que están más devaluados que nuestra economía.