El ridículo que hizo el alcalde de Medellín al buscar créditos por la captura de alias “Manolo” sirvió solamente para que los platos rotos los pagara la Policía cuando lo que está demostrado es que el único papel que juegan los gobernantes en esta clase de procedimientos judiciales es el de hacerse propaganda con esfuerzos ajenos.
Entrega voluntaria de alias «Manolo» en estación de @PoliciaColombia @PoliciaMedellin @Policiantioquia pic.twitter.com/QBF0K51ejj
— Rubén Benjumea (@puntodevistardb) July 9, 2021
Los procedimientos de captura en Colombia se realizan en situación de flagrancia o mediante orden judicial. En el primero de los casos lo único papel que podría jugar un alcalde sería el de realizar él mismo la captura de alguien que esté cometiendo un delito, y en el segundo caso, el único papel que podría jugar es el de servir de testigo en un delito para que un fiscal pueda fundamentar una solicitud de orden de captura ante un Juez de la República.
La aclaración por parte de la @PoliciaColombia @PoliciaMedellin @Policiantioquia sobre información errada de captura alias «Manolo». pic.twitter.com/o5jtecyVxh
— Rubén Benjumea (@puntodevistardb) July 10, 2021
De resto, los alcaldes sólo sirven para la rueda de prensa porque las labores de inteligencia para ubicar y aprehender a una persona que tenga orden de captura están a cargo de personal idóneo en dicha materia tanto de la Fiscalía como de la Policía Nacional y en algunos casos del Ejército.
Cualquier desprevenido podría decir que el alcalde es la cara visible de los sucesos importantes en materia de orden público en su ciudad y por eso tiene sentido que encabece las noticias en esta materia, y hasta ahí todo tiene sentido excepto cuando el político en su discurso pretende comunicar que la captura es un logro de su administración, como cuando habla en plural sobre los esfuerzos que se pusieron en marcha para dicha tarea: “Vamos a pagar por la información que nos permitió (…)”, “Se movió entre tres municipios diferentes, el cerco, lo fuimos cerrando (..)”.
Si los políticos fueran honestos en esta materia, no solamente deberían limitarse a agradecer el trabajo que hacen las otras autoridades por la ciudad, sino también salir a dar la cara cuando ese mismo trabajo sale mal, como cuando se presentan abusos policiales, pero para ellos es más cómodo arrogarse los éxitos y dejar que los otros carguen con los fracasos.
Cuando se sale a medios de comunicación a exhibir una captura como un botín de guerra, lo mínimo que se puede esperar de la autoridad que alardea su triunfo es que de verdad lo haya conseguido y no solamente que quiera lucir una medalla para las encuestas porque, de lo contrario, los más aborrecibles populismos punitivos son los que se basan en la búsqueda del aplauso de los ávidos de castigo a costa de la mentira y de lo que sea necesario.
Han dicho los defensores de Quintero, es decir, sus contratistas, que la culpa la tiene la Policía porque fue la que malinformó al alcalde, quien dijo que había participado en el cierre del cerco contra el capturado de buena fe, porque lo engañaron. Y quizás sí lo engañaron, pero el engaño para este caso sería el mismo en el que cae el estudiante “maqueta” que copia de su vecino la respuesta equivocada. Quintero cayó no solamente en el error de su vecino, sino ante el país como el más impúdico de los “copietas”.