La mesa directiva del Concejo de Medellín escogió la propuesta más barata de las que recibió para la selección de la entidad de educación superior que se encargará de aplicar pruebas técnicas dentro del proceso de elección del próximo contralor o contralora de la ciudad.
Casualmente esa entidad resultó siendo la Institución Universitaria Tecnológico de Antioquia, altamente cuestionada por la indebida ejecución de millonarios contratos con la actual administración de Quintero, además por la reciente declaración de ilegalidad en la elección de su Rector, y por no pagar cumplidamente los honorarios de decenas de contratistas que por intermediación de esa institución trabajan para el DAGRD.
Al ser confrontada la mesa directiva del Concejo por esa decisión, su respuesta consistió en señalar que este es un proceso que ya se encuentra “reglado” y por ello las propuestas ya vienen elaboradas con “características técnicas uniformes”, lo cual significa más o menos que las universidades prácticamente no tienen nada para añadir a lo que serían unas condiciones ya existentes o predeterminadas de calidad, y en lo único que podrían competir sería en el precio.
Lo problemático de esa respuesta -aparte de lo obvio que representa conformarse con lo más barato- consiste en que no sabemos cuáles son esas “características técnicas uniformes” porque, según el régimen de contratación, dichas características son las que se plasman en los pliegos de condiciones que fija la administración en las contrataciones que NO se adelantan de forma directa, y en este caso la mesa directiva del Concejo afirma que se orienta bajo el trámite de la contratación directa.
Los Concejos tienen la facultad de hacer esta contratación de manera directa, pues así se los permite la Ley; sin embargo, contratar directamente no significa contratar caprichosamente porque a pesar de no ser necesaria la elaboración de pliegos de condiciones, es indispensable valorar la calidad de propuesta además de su precio, pues ambas cosas hacen parte del deber de la selección objetiva, que rige todo tipo de contratación.
Lo insólito del caso del Concejo de Medellín es que justifica la omisión de un requisito esencial de la modalidad contractual directa a la que acudió (valoración de la calidad de la propuesta) argumentando que se cumple un requisito de las otras modalidades a las que no acudió, el cual es la existencia de las señaladas condiciones técnicas uniformes que se determinan en los pliegos de condiciones, que por supuesto tampoco existen porque precisamente para evitarlos fue que se acudió a la contratación directa.
El Tecnológico de Antioquia podría eventualmente hacer una mejor propuesta que cualquier otra universidad porque los mejores no siempre ganan, claro, pero precisamente la pregunta que queda en el aire sigue siendo la misma en este caso: ¿la propuesta del Tecnológico de Antioquia fue por lo menos igual en cuanto a calidad a las de las otras universidades, como para que lo determinante en su escogencia fuera el precio?
La ciudad desconoce esa respuesta de fondo porque lo único que se ha dicho, aparte de que no se valoró la calidad porque había “condiciones uniformes” que realmente no había, es que todas las universidades hacen lo mismo porque tienen el mismo permiso legal, y que la mayoría de las universidades prestigiosas decidieron no presentar propuesta.
Precisamente esta clase de decisiones y respuestas resbaladizas son las que hacen que las universidades de alta calidad participen cada vez menos en asuntos tan trascendentales de la administración, pues resulta notoria la falta de planificación de un proceso contractual tan importante que únicamente se hace cada cuatro años y donde no parece razonable que una propuesta se escoja sencillamente porque ahorra algunos pocos millones de pesos.
Esto no significa que las universidades que participaron sean malas, como tampoco significa que los candidatos y candidatas que decidan postularse para dirigir la Contraloría de Medellín vayan a ser malos por el hecho de que desde ya se puede concluir que ante el manto razonable de duda que se cierne sobre este proceso habrá personas de las mejores capacidades que prefieran evitar su postulación porque consideren que a este paso también se terminará escogiendo la candidatura menos incómoda, es decir, la más barata.