Los procesos de selección de los próximos contralores de Medellín y Antioquia están más empantanados de lo que pensamos. La reciente solicitud de la Procuraduría Regional de Antioquia para que se repita la prueba de conocimientos en el proceso de selección del contralor departamental es la cuota inicial de la avalancha de cuestionamientos que se avecinan también para el caso de Medellín.
En este último desde ya se puede pronosticar que habrá algún misterioso superdotado que ganará con mucha ventaja las pruebas de conocimiento pues el Tecnológico de Antioquia, aparte de los cuestionamientos que ya tiene, tampoco propuso un protocolo de confidencialidad para evitar que se materialicen los riesgos que alertaron a la Procuraduría.
La receta ya se conoce: se elaboran unas pruebas que solamente ganan uno o algunos de los participantes, con unos puntajes bastante llamativos que hacen pensar que se presentó una competencia entre uno o dos mega genios contra al menos un centenar de retrasados a quienes no se les permite cuestionar la idoneidad de las preguntas porque para eso resulta que sí son confidenciales.
Pasó en el Hospital General de Medellín, donde un recordado exgerente que terminó siendo sancionado por la Procuraduría sacó un puntaje de casi cien sobre cien, pasó en la Personería de Medellín donde el actual Personero fue el único que ganó la prueba con otro puntaje casi perfecto y su gestión podría ser la más discreta e irrelevante de esa institución en décadas, y acabó de pasar en la Contraloría de Antioquia donde solamente dos participantes lograron superar noventa puntos de cien, una de ellas, involucrada en una denuncia por falsificación de documentos en compañía de su exjefe, el mal recordado excontralor Sergio Zuluaga.
Cualquier despistado podría decir que un logro de esos es posible sin que deba sospecharse irregularidad alguna porque a veces el Espíritu Santo derrama sabiduría sobre sus más aventajados guerreros, y también ese mismo Espíritu podría haber atrofiado la sabiduría de los competidores hasta el punto en que, por ejemplo, el segundo mejor resultado en la prueba pasada de la Personería de Medellín estuvo por debajo de ochenta sobre cien, y lo que importa finalmente es que no se puede probar que alguien de carne y hueso le pudo haber dado una ayuda terrenal a la mente superior que ganó en solitario semejante prueba de Dios.
La actuación de la Procuraduría es mucho más relevante de lo que parece, pues ha logrado dar en el punto: no existe una tarifa legal o medio de prueba exclusivo y específico de corrupción en una prueba de conocimientos de esta naturaleza, pues basta analizar la concurrencia de diversos hechos indicadores de irregularidad para concluir una razonable violación al principio de transparencia.
Concretamente, y pasa lo mismo con casi todos los denominados delitos de cuello blanco, no se podría aspirar a obtener una videograbación del corruptor entregando una tula con billetes al corrompido, pues la corrupción se presenta en espacios “seguros” a diferencia de la delincuencia callejera, y por ello resulta necesario que la perspectiva con la que se denuncia e investiga un hecho irregular en la administración pública o en el ámbito de la empresa comience por no suponer que lo improbable es normal o que lo inverosímil es razonable.
El hecho de que una o dos personas sean las únicas en ganar un concurso con puntajes extremadamente buenos mientras que sus competidores, con similares hojas de vida, pierden a mucha distancia significa, que, por lo menos, conviene volcar la mirada a la verificación de algún otro hecho indicador de irregularidad como acertadamente advirtió la Procuraduría: la presencia o ausencia de protocolos rigurosos de confidencialidad de la información, porque si tales protocolos efectivamente existieron y fueron garantizados entonces la hipótesis de la ayuda del Espíritu Santo cobra más fuerza que la de la ayuda terrenal.
Para el caso de Medellín, la institución universitaria que resultó escogida para realizar las pruebas de conocimientos no tiene una propuesta específica sobre protocolo de confidencialidad de la información, pero ganó porque su propuesta económica fue la más barata, y casualmente se trata de la institución universitaria de mayor cercanía con el alcalde Quintero. No se necesita entonces tener inteligencia superlativa de ganador de concurso para pronosticar que, si en este certamen descubrimos a un nuevo genio en la ciudad que aventaja de lejos a sus competidores, es porque la ayuda que recibió no fue precisamente de “arriba”.