La fundamental dicotomía de la economía que orienta las estrategias de las empresas, hoy se aplica a todas las dinámicas humanas y la política no puede sustraerse de ella para ver lo rentable o no de una “jugadita”.
Con peligroso escándalo se ha anunciado la, hoy puesta en duda, llegada de Luis Pérez Gutiérrez al movimiento de Gustavo Petro. De lado y lado han llovido críticas, ni a la derecha le gusta ese giro de Pérez a la izquierda y a la izquierda le parece aterradora la sola idea de ver a Gustavo con la mirada hacia ese costado ideológico.
Nadie podrá negar que el último gran alcalde que tuvo Medellín fue Pérez, direccionó la vocación económica actual de la ciudad, y generó una serie de cambios en infraestructura que en un momento determinado tuvieron a la Capital de la Montaña como punta de lanza del País.
Pérez es un visionario y tampoco nadie lo podrá negar, en su alcaldía, manchada por la famosa vajilla de más de 100 millones de pesos, que se encargó de dotar de salas de cómputo a todas las Instituciones educativas de la ciudad, y en esa misma línea generó, a través de la hoy manoseada EPM, posibilidades reales de que los pobladores de Medellín pudieran acceder a una computadora.
Como gobernador y para no alargarme en halagos que muchos negarán, recordar que creó la universidad virtual del departamento, y todavía no se había ni siquiera sospechado la terrible aparición del covid.
Pero Pérez tiene un par de “San Benitos” mortales para la izquierda y los grupos moderados de derechos humanos (ojo, no el ambivalente centro): la temible Operación Orión y no haberse puesto al lado de los acuerdos de la Habana en su momento.
Este par de “perlitas” del exalcalde de Medellín han puesto un torniquete para la entrada del posible nuevo amiguis de Gustavo, sería para muchos la entrega de los principios regentes del Pacto Histórico por espejitos que una vez consolidado un eventual gobierno de izquierda se fracturarían en mil pedazos.
Para otros, Pérez es un caballo de Troya, es una OPA hostil (por meternos en los términos económicos de moda), lanzado de manera sigilosa y habilidosa por la derecha que ve cómo su ineptitud en el manejo del país le ha hecho perder el poder y la confianza de los votantes.
La llegada de Pérez al Pacto histórico daría luz administrativa al movimiento de izquierda, pero con la tendencia de derecha que tanto se ha cuestionado al interior de ese movimiento.
Pérez y Gustavo la actual dicotomía que ha puesto a ambos personajes en la agenda política de la semana y con la cual algunos buscan resquebrajar el aparente sólido estado del fuerte movimiento de izquierda.