En los últimos días en que las uniones y desuniones han sido el pan comer de cada mañana, una expresión emanada de varios de los precandidatos ha buscado calar hondamente en los electores: “la democracia colombiana está en riesgo, tenemos que unirnos para defenderla”.
Con esto, Fico llama a la cohorte de derecha, los de Uribe así digan que no, a ser los soldados de nuestra Colombia; el buen De la Calle busca que los nombres encajen en donde los egos no caben y ahora Ingrid, la de la operación Jaque (perfecta), pretende hacer parte de este bastión de viejos conocidos que posan como nuevos.
El discurso de defender la Patria, de unirse para evitar la debacle del país, para impedir la consumación de la dictadura de izquierda y no sé qué más, únicamente tiene cabida en las cabezas desinteresadas, diría analfabetas políticas o en mentes malintencionadas y completamente calculadoras.
Pensar que los mismos de siempre, los que han estado en los gobiernos locales, regionales o nacionales van a hacer algo diferente es pensar que de la noche a la mañana el árbol torcido se enderezará.
La orquesta de Eddie Palmieri cantaría: “Engáñame bien chaleco, que te conocí sin mangas”, y eso parece que tendremos que recordárselo a los precandidatos que hoy posan de salvadores del mismo caos que ellos han creado. Triste política la de este país, triste futuro el de este país si no estamos en capacidad de, por lo menos, equivocarnos en las manos de otro. Y dirán muchos, no resistimos una nueva equivocación, lo que lleva a que nuestras opciones sean aún más reducidas.
La ruta está marcada, hay dos caminos, con absoluta certeza uno conduce al despeñadero y probablemente el otro también, pero por lo menos con el segundo tendremos la excusa de haber sido asaltados en nuestra buena fe porque con el primero hasta la esperanza es una virtud tozuda.