El Bajo Cauca merece más y mejores oportunidades, son gente buena que día a día lucha por sobrevivir y salir adelante en medio de la adversidad que ha conspirado durante décadas en contra ellos: minería ilegal, pobreza, violencia sin fin, corrupción de gobernantes y abandono Estatal.
La minería artesanal de oro es y ha sido la columna vertebral de la economía local en los municipios de la subregión del Bajo Cauca Antioqueño durante años, pero no ha sido controlada de manera efectiva en la última década, aumentando su impacto en el medio ambiente y la economía.
En esta zona del departamento, la minería se realiza de manera indiscriminada, sin ningún tipo de control o supervisión que prevenga daños o impactos ambientales negativos, y así lo ha manifestado la Defensoría del Pueblo. Esta actividad es desarrollada en su mayor parte por personas con poco conocimiento técnico al respecto sin considerar el impacto ambiental que tiene.
Al existir pocas zonas en etapa de exploración, las personas se dedican al rebusque de manera artesanal lo que contribuye a deteriorar terrenos que en algunas ocasiones no poseen disponibilidad del mineral y no son reforestadas posteriormente.
En los pocos casos en que se reforesta, se hace con árboles que no son nativos de la región, desestabilizando aún más los ecosistemas tradicionales, que, por un lado, limitan el impacto negativo en el medio ambiente, y, por el otro, genera cambios en las dinámicas del entorno con afectación directa en la fauna y flora.
Actualmente a pesar de que el Estado ha mejorado sus métodos de intervención, siguen presentando problemáticas en el ejercicio de la actividad minera, puesto que la minería artesanal es estigmatizada y relacionada con organizaciones ilegales que delinquen en estos municipios como al parecer lo ha hecho saber el ministro de Defensa durante el actual paro minero.
La subregión del Bajo Cauca presenta un 70.8% de necesidades básicas insatisfechas de acuerdo al PNUD coincidiendo con las tasas de pobreza y miseria, que se encuentran en un 58.9% y en 30.3% respectivamente. El desarrollo de la minería en esta región del país es muy complicado ya que en ellas influyen grupos al margen de la ley, junto a un ambiente tenso de incertidumbre de extorciones y amenazas por cada draga que ingresa a la zona o cada hoyo que se hace en la tierra, lo que agrava la situación de los mineros en la región.
Al ciclo de degradación de la violencia en la región en la que los grupos armados delincuenciales buscan generar pánico en la población, se suma la violencia que se genera por el negocio de los cultivos de coca, pues su cercanía con el golfo de Morrosquillo hace que las bandas criminales dedicadas al narcotráfico puedan realizar despachos hacia Centroamérica.
El Bajo Cauca merece más y mejores oportunidades, en su mayoría se encuentra habitado por gente buena que día a día lucha por sobrevivir y salir adelante en medio de la adversidad que ha conspirado durante décadas en contra de estos, minería ilegal, pobreza, violencia sin fin, corrupción de muchos de sus gobernantes, sumado al abandono Estatal.