sábado, diciembre 21, 2024

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LAS BRUJAS DEL INQUISIDOR

“(…)Tanto era que él no permitía que ellos fueran al baño porque eran muy poca cosa, ni tampoco podían calentar la coca del almuerzo en el microondas de la oficina (…)”.

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La renuncia intempestiva de cuatro integrantes de la Unidad de Apoyo del concejal de Medellín, integrante de Centro Democrático, Julio Enrique González Villa desató más de un cuestionamiento en contra del cabildante exintegrante de la extinta tropa conservadora que gerenciara el encarcelado Luis Alfredo Ramos Botero por tener nexos con paramilitares.

Julio González, la reencarnación de Fray Tomás de Torquemada, Primer Inquisidor de Castilla y Aragón en el Siglo XV, se ha caracterizado, desde que se encontró la curul del Concejo por la renuncia del “Mamón” Gabriel Dib en el septiembre de 2021, a lanzar diatribas a diestra y siniestra en contra de todo aquel que le lleva la contraria.

Su narrativa agresiva, a veces grotesca, adornada con pasajes de historia greco-romana con la que pretende camuflar el derecho legítimo para hacer “control político”, una de las tareas fundamentales de los concejales, es una disimulada cortina de humo para tirárselas de culto y “sabiondo”.

Para la “poquedad” que actualmente existe en el escenario político de la ciudad, que un personaje como éste, pretenda hablar duro y de frente llama la atención, así sus posturas rayen con el oportunismo, lo acomodado, y, a veces, con lo absurdo.

Absurdo, como, por ejemplo, defender “la impecabilidad” de Luis Alfredo Ramos Botero, intentando moverse por fuera del Estado Social de Derecho para nadar las aguas turbulentas del “Estado de Opinión y la posverdad”, si se tiene en cuenta que el exalcalde y exgobernador fue condenado.

El Primer Inquisidor Tomás de Torquemada se dedicó principalmente a perseguir musulmanes, judíos, brujas y herejes de la religión católica a quienes torturaba para obtener confesiones, si las obtenía, sus víctimas eran quemadas, salvo conducto para la salvación; si eran culpables también paraban en la hoguera. Torquemada se convirtió en sinónimo de crueldad, intolerancia y fanatismo.

La salida de cuatro concejales de la bancada uribista que se mamaron de la presunta “dictadura” al interior de Centro Democrático y me refiero a Albert Corredor, María Paulina Aguinaga, Nataly Vélez y Lina García, se convirtió para Julio González en el caballito de batalla, en un acto patriótico de la derecha fundamentalista para arrasar con los forajidos…

¡Qué tortura china es Julio para esos muchachos!, cada vez que tiene la oportunidad en el recinto de sesiones, lo mínimo que les recita es: ¡espurios, traidores, insidiosos, pérfidos, alevosos, ladrones, quieren robarse la ciudad!…

Recibí una llamada, desde el Concejo de Medellín para advertirme que cuatro muchachas que hacían parte de Unidad de Apoyo de González habían presentado su renuncia por presuntos maltratos por parte de su jefe.

La verdad sea dicha, cuatro fueron las renunciadas con dos motivos diferentes, tres aducen lo que González Villa presentó en plenaria para hacerle esguince a los cuestionamientos en su contra.

Dijo que habían renunciado por asuntos profesionales, y es cierto, tres cartas, tres renuncias con el mismo argumento, deja en el ambiente miedo por las repercusiones que pueda dejar la situación, al punto que, tres chicas prefirieron redactar una renuncia políticamente correcta, acá el ejemplo leído por el mismo concejal:

En la misma sesión del sábado 22 de abril, el concejal González Villa calificó al periodista de este portal de chismoso por haber hecho un Twitter sin rigor periodístico, hecho que le generó mucha “alharaca”…

Sin embargo, Gonzáles Villa, sabiendo lo que le sube pierna arriba emitió un comunicado en el que sostiene que ha sido “muy exigente” con su equipo por la oposición que le hace al alcalde Quintero.

El mismo sábado, el partido el Centro Democrático anunció que abrirá una investigación disciplinaria contra su concejal de Medellín, luego de conocerse las denuncias en su contra por presunto acoso laboral.

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Buscando en el talego de las fuentes logré conseguir las cartas que motivaron la renuncias de las cuatro muchachitas, la parecer maltratadas por Julio González en su Unidad de Apoyo.

Repito, tres de ellas con el mismo argumento, hasta con la misma redacción, pero la cuarta con una postura diferente:

“(…) Suscribí contrato de prestación de servicios cuyo objeto es: CONTRATISTA dentro de la Unidad de Apoyo del concejal JULIO ENRIQUE GONZALEZ VILLA.

El motivo de la renuncia se presenta por los constantes tratos degradantes verbales con mi persona y con la unidad de apoyo, yendo las anteriores acciones en contravía del trato digno y respeto en un entorno donde se defiende constantemente a la integridad de la mujer.

Es por ello que, de manera atenta y comedida solicito la terminación anticipada y bilateral del contrato de la referencia, invocando el uso de la autonomía de la voluntad de las partes y en especial la CLÁUSULA DÉCIMA TERMINACIÓN DEL CONTRATO (…)”.

Seguí buscando más evidencias sobre los presuntos excesos de González para que, por lo menos, la personería distrital o la procuraduría tomen cartas sobre el asunto.

El siguiente testimonio narra cómo es la manera y forma con la que Julio González se relaciona con sus subalternos. La denunciante solicitó proteger su nombre:

“En 2021 que fue el año en el que Julio empezó su cargo como concejal, nos contrató a 2 amigas y a mí, por un contrato de prestación de servicios (que era de explotación básicamente), durante ese tiempo tuvimos varias formas de maltrato por parte de él, además de comentarios bastante clasistas y machistas, además de sus gritos.

Entre esos estaba el decirnos que éramos brutas, que no sabíamos leer ni escribir, y que de qué nos sirvió la universidad si no servíamos para nada.

Como sabrás para un estudiante recién graduado son palabras bastante hirientes, a eso súmale que como mujeres nos daba bastante miedo contestarle algo por sus gritos y también por tratar de cuidar nuestro trabajo.

Yo estuve trabajando en la oficina propia de él que queda por El Poblado y ahí era un constante maltrato tanto por él como por sus hijas Ana y Emilia hacia a nosotras y también a la secretaria y el mensajero.

Tanto era que él no permitía que ellos fueran al baño de la oficina porque eran muy poca cosa, ni tampoco podían calentar la coca del almuerzo en el microondas de la oficina.

Y por lo menos la secretaria tenía miedo de demandar ya que le faltaba muy poco para pensionarse y sabía que Julio era muy vengativo, así que prefería quedarse callada, por la misma razón que nosotras, miedo.

En fin, pasaron muchas cosas, finalmente un día yo exploté y le contesté a una de las hijas e inmediatamente me echaron Y FUE LO MEJOR QUE ME PUDO PASAR.

El nivel de estrés que yo tenía y de ansiedad que mantenía por pensar que debía ir a trabajar allá era horrible.

Era de comentarios super clasistas y decía que los únicos estudiantes que valían la pena eran los egresados de UPB y EAFIT, y que por eso a las niñas que éramos egresados de esas universidades nos ponía a trabajar en la oficina de El Poblado que según él era más «COMODA», pero que por obligación del Concejo le tocaba contratar de otras universidades más «baratas» o públicas pero que a esas las mandaba pa’ el «gallinero» refiriéndose a las oficinas del Concejo. Y entre otras cosas que ya prefiero ni recordar, que trauma trabajar allá”…

Y hay más. Desde el Concejo de Medellín algunos de los empleados también manifestaron su desacuerdo con el comportamiento del concejal.

Una empleada manifestó por redes sociales que:

“No es extraño en ese concejal, como hemos visto en sesiones no respeta la posición de sus compañeros y entra en contrapunteos irrespetando a sus iguales, igualmente ha maltratado a empleados del Concejo, conductores, auxiliares de servicios generales y área administrativa”.

Algunas de las mujeres que han sido maltratadas denunciaron que el corporado además del trabajo que debían cumplir en el Concejo, tenían que apoyar a Julio con su firma de abogados, empresa que tuvo problemas en Cámara de Comercio por falta de pago de impuestos.

Lo cierto es que ya hay un abogado estudiando la posibilidad de denunciar al concejal por acoso laboral y discriminación contra la mujer entre otros posibles delitos ante la Fiscalía…

Esta historia continuará.

Escuche: “EL BALCÓN DEL CAUCA”

Ruben Benjumea
Soy periodista por vicio y bloguero por pasión y necesidad. Estamos fortaleciendo otra forma de hacer periodismo independiente, sin mucha censura, con miedo a las balas perdidas, pero sin cobardía.