viernes, septiembre 13, 2024

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ENEMIGO COMÚN

El nuevo fenómeno de gentrificación empezó a llevarse por delante al nativo de su territorio.

Algunos visitantes que cenaban en un restaurante en Barcelona fueron atacados por nativos con pistolas de agua bajo el argumento que no querían turistas en esa ciudad española. En una plaza de mercado de Madrid donde se encontraron dos letreros, bastante contradictorios uno decía: -No queremos turistas, en otro: -Si no vienen turistas de qué vamos a vivir…

La realidad es más que evidente, los conflictos entre nativos de un territorio con turistas, extranjeros o nómadas digitales son para muchos de los habitantes de ciudades europeas, el aumento del rechazo contra este sector de la economía que beneficia a unos y golpea a otros.

Los problemas que se presentan en Europa que se difunden a través de redes sociales a Colombia todavía no han llegado, pero falta poco para que estemos en las mismas, razón, por la que, es urgente que el Estado, el Gobierno, las autoridades y las alcaldías tomen cartas sobre el asunto con el propósito de regular el mercado turístico, además de legislar con el fin de crear normas suficientes que blinden, defiendan y protejan al nativo, al habitante de siempre que frente a la creciente renovación urbanística junto a los factores del mercado, oferta y demanda, se ven obligados a desplazarse de su territorio.

El desplazamiento, una palabra bastante conocida en el vocabulario colombiano no solamente se ha presentado por la violencia. Ahora, el nuevo fenómeno de gentrificación empezó a llevarse por delante al nativo, a ese habitante de siempre que tiene que irse junto con su familia de su territorio, por la sencilla razón que ya no alcanza para comprar los mismos huevos y arepas para el desayuno, porque el tendero de la esquina subió precios debido a que ese nuevo visitante, el turista, el extranjero y el nómada digital paga mucho más, y no sólo en pesos, sino en dólares o euros.

Una muchacha me contó que se sintió más que atracada después de haber visitado un exclusivo hotel en Guatapé en el oriente de Antioquia atestado de visitantes de otros países. Con un par de amigas compartieron unas sencillas hamburguesas, pan, tomate, cebolla, carne procesada, salsa y mayonesa, acompañadas con papitas y un juguito de maracuyá. Hamburguesa $98 mil, jugo $35 mil pesos. ¿Oferta, demanda, libre mercado, falta de control, abuso?…

Medellín, por ejemplo, también desplaza, echa del barrio de la cuadra. La renovación urbanística, el cambio de usos del suelo sin contar con los planes de ordenamiento territorial, cambiaron de un totazo la vocación de barrios como Laureles y El Poblado pensados en sus inicios como residenciales, no comerciales. Ahora, muchos de esos nativos de algunos sectores de los clásicos barrios tuvieron que vender sus propiedades residenciales para irse a otro lado debido a la proliferación de licoreras, cantinas, bares, discotecas, hoteles, hostales y casas de masajes, sin contar los negocios ilegales como el expendio de drogas y la exploración sexual infantil.

No estoy cuestionando la actividad económica, el conseguir dinero a borbotones, y menos el clúster del turismo, generador de empleo desde el más básico al más complejo. Nadie vive de la fotosíntesis, ese proceso químico que se produce en las plantas que se satisfacen con el sólo hecho de exponerse a la luz del sol, hay que
trabajar, producir.

Pero, cómo sacar provecho del mercado de la oferta y la demanda sin atropellar al otro, al que no está inmerso en el sector del turismo, al que se le encarece el costo de la vida por vivir en una localidad a la que le han cambiado su vocación económica tres veces los últimos 40 años como Jardín, sería la pregunta…

Hace cuatro décadas Jardín fue cafetero, luego agrícola, ahora es turístico al punto que muchos de sus campesinos dejaron de cultivar, inclusive su propio “pancoger” por lo que les toca salir a la cabecera municipal a comprar huevos, tomate, cebolla y plátanos para el consumo familiar, debido a que sus fincas se convirtieron en hoteles para atender la demanda turística.

Hace días la Alcaldía de Jardín armó un zafarrancho por un mal titular del periódico El Tiempo, porque el texto no tuvo nada de malo, por el contrario, resaltó las cualidades arquitectónicas, gastronómicas y turísticas del municipio. El titular: “EL PUEBLO A TRES HORAS DE MEDELLÍN QUE CASI NO TIENE HABITANTES Y ES IDEAL PARA DESCANSAR”, fue el titular que posteriormente fue cambiado.

Obvio que la alcaldía se pegó de un clavo caliente, y mi intención no es revivir el debate sobre ese hecho que ya hace parte de las anécdotas de la administración de Claudia Naranjo, el objetivo, más bien, es continuar uniendo esfuerzos entre la población civil, las organizaciones establecidas, el gobierno local, además de los actores que hacen parte y conforman el sector turístico de la localidad para trabajar de manera conjunta en pro del desarrollo económico del municipio, porque pensar solamente en llenar el bolsillo propio es la cuota inicial para prever que en pocos años nos pasará lo que ya sucede en Europa.

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Ruben Benjumea
Soy periodista por vicio y bloguero por pasión y necesidad. Estamos fortaleciendo otra forma de hacer periodismo independiente, sin mucha censura, con miedo a las balas perdidas, pero sin cobardía.