domingo, diciembre 22, 2024

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BOMBA DE TIEMPO

Por: @adolfospina

imageDos mil pesos pagué en un taxi, Mazda viejito que había abordado a una cuadra de la iglesia de la Candelaria. -“Toca hacer colectivo, ya a la gente no le gusta ponerle la mano a estos, prefieren las bolitas”, hablaba el conductor que antes había sacado un arrugado billete de mil pesos para pagarle a los “muchachos” –ellos organizan los viajes, es mejor pagarlos- eran las cinco de la tarde y la fila empezaba a hacerse infinita.

La implementación del nuevo modelo de transporte en los sectores de Belén y parte de Simón Bolívar, lo que se ha enmarcado en la cuenca 3 y en Manrique, el Salvador, la milagrosa y en general todo lo que es el nororiente y oriente de la ciudad, la cuenca 6; sacó de circulación cerca de 400 buses y colectivos, sin ningún tipo de información previa para los usuarios, se rompió con una tradición muy antigua en la forma de transportarnos.

Para los habitantes de los sectores de influencia el choque ha sido de mayores proporciones, pues se tuvieron que acostumbrar a un espacio de 15 minutos entre bus y bus en las horas valle y de 6 en las horas pico; ya no se puede “¡ey mil por la de atrás! porque quien no tenga la tarjeta cívica no puede abordar el alimentador, no existen los timbres y mucho menos el costeño “para’a” y no se puede abordar en cualquier parte. Ya no aparecerá la calcomanía tan nuestra: “si su hija sufre y llora es por un chofer señora”.

Este choque convertido en inconformidad de los residentes fue aprovechado por los transportadores informales, que hoy pululan. Es del paisaje ver las filas de carros viejos, nuevos, particulares, taxis y hasta camionetas de servicios especiales y de transporte escolar en la carrera Palacé entre las calles Boyacá y Primero de Mayo; o en la Av. Oriental, en la clínica SOMA, o en el intercambio vial de la Aguacatala o en el parque de Belén, haciendo colectivo cobrando pasajes cuyo costo oscila entre $2000 y $2500 cubriendo los baches que dejó la implementación del nuevo sistema.

Frente a esto las autoridades respectivas no han hecho absolutamente nada, el tránsito casi que les colabora para evitar tacos, y el Área Metropolitana, entidad encargada de la regulación del transporte en el Valle de Aburrá no da respuesta, de hecho después de más de un mes de buscar hablar con los responsables de la entidad se consiguió una cita, que nunca se dio. Eso sí, pude probar todos los asientos de la sala de espera y, estoy seguro, haber sido investigado por la seguridad de la entidad, pues estuve más de una hora esperando al que nunca llegó.

El transporte informal no tiene regulación de ningún tipo y su proliferación responde a dos premisas de ciudad. La primera un alto índice de desempleo, o de empleo sin condiciones de calidad, la segunda a la ineficacia de las autoridades (vuelve y juega), que permiten a ojos vistos que la ilegalidad campee, sin medidas de control y con causas que pudieron evitarse y consecuencias previsibles.

Lo peor de todo es que ya los combos han empezado a adueñarse de las “rutas”, cobrándole a los “nuevos” transportadores $1000 por viaje, negarse a pagarlos implica en el mejor de los casos que no les permitan trabajar en ese sector. Llegará diciembre con su alegría, sus congestiones y el transporte informal haciendo de las suyas. Y el nuevo modelo…

CLOCHE NEUMÁTICO

Osh 4El bus se sacude cada que intenta ser arrancado, el empujón de un motor de 5900cc lo sentimos todos los pasajeros. ¿Son difíciles de manejar estos gigantes? le preguntaba curioso al operador, como se conocen ya a los antiguos conductores. –No, es que el cloche es neumático y no nos hemos podido acostumbrar a él- Me respondía mientras activaba el ascensor que tienen los nuevos vehículos del SITVA para facilitar el acceso de una persona en silla de ruedas al bus. Gran aporte a la inclusión, además no pagan.

Quizás uno de los cambios más notorios en la implementación del nuevo modelo de transporte se da en la vinculación de los operadores, que ahora tienen contratos a término indefinido, salarios fijos con todas las prestaciones sociales y jornadas de 8 horas divididas en dos de cuatro. Son supervisados (me disculpan el masculino pero es que sólo hay una mujer desempeñando esta función), exhaustivamente, de hecho cada que abordan el bus para conducirlo son sometidos a pruebas de alcoholemia.

El SITVA, como se conoce el nuevo sistema de trasporte masivo del Valle de Aburrá, es una apuesta de ciudad que se viene pensando desde 1978, cuando empezó a planearse el tren metropolitano. Hoy cuenta con cuatro componentes básicos: el tren, las líneas 1 y 2 de buses, el tranvía y los cables, surtidos por un sistema de alimentadores que se mueven en los barrios y que descargan a los usuarios en diferentes estaciones de los componentes.

Un sistema masivo de transporte se define en su funcionalidad a partir de tres subconceptos. El primero tiene que ver con integración, así, se pretende que cubra toda la ciudad región (en nuestro caso el área Metropolitana), sin necesidad de abandonarlo. Optimización del tiempo es el segundo, que no es rapidez. Pretenden los sistemas de este tipo que los diferentes componentes estén coordinados de manera tal que los usuarios no tengan que esperar, sino que sea preciso el momento en que el componente llegue para optimizar el tiempo; el tercer subconcepto es el de economía, los transportes masivos por definición serán más económicos que el transporte público tradicional por su calidad de masivos. Un cuarto subconcepto que se ha agregado a la definición recientemente tiene que ver con el ecológico, los sistemas masivos modernos utilizan combustibles menos contaminantes que el ACPM y la gasolina, por ejemplo los componentes del de Medellín funcionan unos con gas y otros con electricidad.

El gran pero que se presenta en los sistemas masivos de transporte y el de Medellín no es la excepción, es que no buscan, bajo ninguna circunstancia, ser cómodos. La disposición tanto de trenes como de buses castigan el espacio de las bancas para poder transportar más usuarios al mismo tiempo, el éxito consiste en eso. El tren de la capital china, por ejemplo, ha creado un empleo casi que risorio: el empujador, un sujeto por puerta que se encarga de introducir los usuarios a toda costa, a empujones, garantizando con esto el transporte de muchos en pocos viajes.

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Adolfo Ospina
Licenciado en Educación Español y Literatura de U de A, apareció hace unos 4 años a este proyecto. Especialista en pedagogía de la lengua escrita de la Universidad Santo Tomás, Ambientalista y defensor de los derechos de los animales, peor que Vallejo.