Por: Seth Stephens-Davidowitz
Ya es oficial. Algunos académicos analizaron la información y confirmaron lo que presentíamos. Las redes sociales nos están deprimiendo.
Todos sabemos que los demás no pueden ser tan exitosos, ricos, atractivos, relajados, intelectuales o dichosos como parecen serlo en Facebook. Sin embargo, no podemos evitar comparar nuestra vida interior con las vidas maquilladas de nuestros amigos.
¿Qué tan distinto es el mundo real del mundo de las redes sociales?
La búsqueda del estado en línea toma algunos giros peculiares. Facebook trabaja con una empresa externa para reunir datos sobre los autos que las personas en verdad tienen. Facebook también tiene datos acerca de los autos con los que las personas se asocian al hacer publicaciones sobre ellos o al darles “me gusta”.
Los propietarios de autos lujosos como BMW y Mercedes son dos veces y media más propensos a anunciar sus pertenencias en Facebook que quienes tienen modelos y marcas ordinarias.
Sin embargo, otras personas en lugares distintos pueden tener ideas diferentes de lo que está de moda y lo que es vergonzoso. Está el gusto musical, por ejemplo. Según datos de 2014 de Spotify sobre lo que escucha la gente, los hombres y las mujeres tienen gustos similares; 29 de los 40 artistas que las mujeres escucharon con más frecuencia son los mismos que los hombres oyeron más.
Pero en Facebook los hombres parecen ocultar su interés en artistas considerados más femeninos. En Spotify, por ejemplo, Katy Perry fue la décima artista que los hombres escucharon con más frecuencia, por lo que superó a Bob Marley, Kanye West, Kendrick Lamar y Wiz Khalifa. Sin embargo, esos otros artistas tienen más “me gusta” de hombres en Facebook.
La presión por lucir de determinada manera en las redes sociales puede hacer mucho más que deformar nuestra imagen de los músicos que escuchamos.
Personas con distintas enfermedades están usando las redes sociales cada vez más para comunicarse con otros y crear conciencia en torno a sus padecimientos. Sin embargo, si una afección se considera vergonzosa, es menos probable que las personas se asocien con ella de manera pública.
El síndrome de colon irritable y las migrañas son prevalentes de manera similar. Sin embargo, quienes sufren migraña han creado grupos de conciencia y apoyo en Facebook dos veces y media más grandes que los de quienes experimentan SCI.
Ninguno de estos comportamientos es realmente nuevo, aunque la forma que adoptan sí lo es. Los amigos siempre han presumido con otros amigos. La gente siempre ha luchado por recordar que otras personas no la tienen tan fácil como dicen.
Pensemos en el aforismo que citan los miembros de Alcohólicos Anónimos: “No compares tus entrañas con el exterior de otras personas”. Desde luego, es difícil hacerle caso a ese consejo. Jamás vemos las entrañas de los demás.
De hecho he pasado los últimos cinco años viendo las entrañas de la gente. He estado estudiando los datos agregados de las búsquedas de Google. Frente a la pantalla y de manera anónima, la gente tiende a decirle a Google cosas que no revela en las redes sociales; incluso dice cosas que no le dice a nadie más. Google ofrece una poción digital de la verdad. Las palabras que tecleamos son más honestas que las imágenes que presentamos en Facebook o Instagram.
A veces el contraste entre distintas fuentes de datos es entretenido. Pensemos, por ejemplo, en la manera en que las esposas hablan de sus maridos.
En las redes sociales, las palabras más usadas para completar la frase “Mi esposo es…” son “el mejor”, “mi mejor amigo”, “asombroso”, “el más genial” y “tan lindo”. En Google, una de las cinco principales maneras de completar esa frase también es “asombroso”. Así que ahí hay coherencia. Las otras cuatro son “un imbécil”, “molesto”, “gay” y “cruel”.
Aunque pasar cinco años viendo en una computadora los pensamientos más extraños y oscuros de los seres humanos podría no parecerle una buena actividad a la mayoría de la gente, los datos honestos me han resultado sorprendentemente reconfortantes. Siempre me siento menos solo en cuanto a mis inseguridades, ansiedades, dificultades y deseos.
Una vez que revisas suficientes datos agregados de búsquedas, es difícil tomarse muy en serio las vidas maquilladas que ves en las redes sociales o, como me gusta resumir lo que me han enseñado los datos de Google: todos somos un desastre.
Ahora, puede que no seas un científico de datos. Pero puedes aprovechar los grandes datos y la poción digital de la verdad para ponerle fin a la envidia… o por lo menos no dejar que te afecte tanto.
Cuando te deprima tu vida después de ver Facebook visita Google y busca cosas en el recuadro de búsqueda. La función de autocompletar de Google te dirá las búsquedas que otras personas están haciendo.
Escribe la frase “Yo siempre…” y puede que veas una sugerencia basada en las búsquedas de otras personas: “Siempre me siento cansado” o “Siempre tengo diarrea”. Esto puede ofrecer un contraste drástico con las redes sociales donde todos “siempre” parecen estar de vacaciones en el Caribe.
Conforme nuestras vidas se trasladan cada vez más al internet, propongo un nuevo mantra de autoayuda para el siglo XXI, cortesía de datos relevantes: no compares tus búsquedas de Google con las publicaciones de otras personas en Facebook.
THE NEW YORK TIME