Ni el más uribista de todos tendrá argumentos diferentes a los ideológicos para defender la gestión del actual gobierno del Presidente Iván Duque.
El aprendiz (por consideración), se ha mostrado como un ser terco, incapaz de liderar procesos, de tomar decisiones autónomas y, peor aún, de escoger bien sus alfiles. A modo de piropo, cierto es que tampoco ningún uribista podrá acusarlo de intentar traicionar a su jefe o a su partido.
Lo que el país económico y político ha podido constatar en los últimos 120 días, es que para timonear a Colombia se requiere algo más que la unción del “fefe de fefes”, sobre todo cuando la relación de poder entre oficialismo y oposición cambia (hacer oposición es muy fácil, políticamente hablando).
La semana anterior se hicieron públicas unas Notas diplomáticas del gobierno de la República Bolivariana de Venezuela al de Colombia, con las que el canciller del país vecino acusa al gobierno Duque de romper todos los cánones de la diplomacia internacional y estar “apostando a la guerra”, “más de 12 intentos infructuosos de establecer relaciones telefónicas con Holmes Trujillo”, aseguró el venezolano, ha hecho.
Las relaciones entre Colombia y Venezuela han sido cruciales, no solo desde lo económico, sino, y más en estos tiempos, desde lo político, no olvidemos que gran parte de las victorias del NO en el referéndum por la paz y de Centro Democrático en las elecciones para presidencia, se debieron al discurso antimadurista utilizado para desacreditar a quienes estaban en la opción opuesta.
Del otro lado, el gobierno Maduro ha utilizado también un discurso anticolombiano, para, en palabras del oficialismo Duquista, crear cortinas de humo y tapar con ellas la realidad venezolana.
Lo cierto es que, en la actualidad, mantener tirante la relación entre los vecinos puede tener réditos favorables desde la opinión pública para ambos presidentes, pues no es negable, bajo ningún punto de vista, que mientras el aprendiz siga dando tumbos de un lado para otro atinando sólo a unos conciertos desabridos, impopulares, y torpes, deberá continuar con el discurso guerrerista y contradictor de Venezuela que lo montó al poder. Y para eso fue nombrado Pachito como embajador en EEUU.
De cambiar su posición frente al vecino hasta los pocos defensores que le quedan lo dejarán sólo, pues ya lo han empezado a abandonar gran parte de los empresarios que lo montaron con el único fin de que les redujera impuestos, tarea que fue incapaz de cumplir y muchos de sus votantes hoy se dan golpes de pecho y hacen actos de contrición por su torpeza al elegir a un completo inexperto en la dignidad más alta del país.