Reconozco que mi gusto musical es demasiado restringido, y malo dirán algunos. Se reduce a un breve recorrido por uno que otro ritmo latinoamericano y caribeño. Desde el Sur con el apasionante y desgarrador tango, de aquellas voces cascadas y humarientas, acompañadas de extravagantes orquestas, hasta cierto tipo de ranchera colorida como la cultura mexicana, obviamente pasando por los sones, boleros y salsas del caribe latinoamericano. Pero no negaré que mi ritmo preferido es la denominada trova, música latinoamericana o protesta (realmente no sé si será lo mismo pero es la que me gusta).
Quizás por eso, por ese gusto aldear de la música es que me dolió tanto la muerte del cantautor Alberto Cortez, quien a los 79 años falleció por complicaciones médicas en su ciudad adoptante Madrid.
Imposible olvidar “lo Cortez no quita lo Cabral”, aquel trabajo musical en que estos dos exponentes de lo que somos como continente, entrelazaban hilos rítmicos y discursivos en un una trenza de maravillosa textura poética.
Como no recordar el disco que muchos hemos entonado en las noches de soledad en que recordamos al aventajado en el camino, aquel “Sancho” (no el del Quijote), que simplemente decidió partir primero.
“Callejero” el estado de la amistad fiel al que hacemos nuestro porque “lo que amamos lo consideramos nuestra propiedad”, disco que recuerda cada uno de los maravillosos, divertidos y fieles caninos que han estado a nuestro lado.
Intenté también, sin éxito alguno, no ser uno más de lo que llamó “un pequeño burgués”, pero fracasé en el intento, mantengo una leve tendencia izquierdosa y espero eso sí, que mi compañera no busque “vencer por detrás el estrés que le doy por delante”.
Buscamos en nuestra época universitaria ser de alguna parte y siempre vimos que no lo éramos, el lugar más común de los universitarios de universidades públicas de nuestra generación.
Pero, para no alargar un texto sin más propósito que exponer mi tristeza, diré que “el amor desolado” es un texto demasiado sentido, que dio razón de la tristeza y del amor fracasado que más de uno vivimos.
Una lástima para la música, para las letras, para el continente latinoamericana la muerte de Alberto Cortez, supongo que estará junto con su amigo Cabral en algún lugar del cosmos conversando música.