sábado, diciembre 21, 2024

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CLARO QUE HAY CULPABLES

La culpa es de los que votaron por el incapaz, la culpa es de los que votaron por él no en el referéndum por la paz, la culpa es de una sociedad insensible, insolidaria e inhumana que es en lo que se ha convertido la colombiana.

Las muertes de los líderes sociales, de los jóvenes, de cada una de las personas que cae en este absurdo y resucitante conflicto tienen un responsable y es aquel que llevado por odios ajenos o propios es incapaz de darle una oportunidad, la única oportunidad, a otra forma de país.

La vida republicana ha estado vestida de muertos, oliendo a muertos, con color de muertos. Muertos de guerras políticas, de odios fraternos, de negocios ilegales, de afectos del poder.

Excusan las autoridades las muertes de los compatriotas en el necesario y nuevo peor enemigo: el narcotráfico, en los cultivos ilícitos, y con una soberbia incomprensible esta sociedad vuelve y niega de manera mayoritaria una posible salida diferente a la muerte.

No valoramos esa suspensión de muertes que se presentó en el periodo de firma y primera implementación de los acuerdos de la Habana. No valoramos, por ejemplo, que la noticia fuera que el Hospital Militar de Bogotá estuviera vacío, no valoramos que la campaña social que hace la W Radio, la de Julito el fotogénico compañero de Cadena, el encarcelado abogado de Uribe el detenido Ex, no fuera para apoyar a los militares mutilados en la guerra sino becas de estudio para los jóvenes del Chocó, en el primer diciembre y para los de la Costa Atlántica en el segundo.

Parece que extrañamos esos acostumbrados olores de muerte, parece que extrañamos los enjuiciamientos de los posibles culpables de las muertes, parece que extrañamos las imágenes cinematográficas-reales de las guerras que son nuestra triste realidad.

Los acuerdos de la Habana trascendían de lejos el desarme del grupo guerrillero, los componentes sociales de ese acuerdo eran los que en realidad blindarían a Colombia de un viejo nuevo motivo para perfumar la patria con ese viejo olor.

Triste sabernos de nuevo así, triste saber que hay muchos que prefieren taparse la nariz para no sentir el olor que buscar evitar la causa de ese, triste ver cómo seguimos apoyando las viejas costumbres que no nos han llevado a nada, como si hacer algo nuevo pudiera traer consecuencias peores a las que ahora sufrimos.

Adolfo Ospina
Licenciado en Educación Español y Literatura de U de A, apareció hace unos 4 años a este proyecto. Especialista en pedagogía de la lengua escrita de la Universidad Santo Tomás, Ambientalista y defensor de los derechos de los animales, peor que Vallejo.