La historia se da sus mañas, fue la sentencia que, en otras palabras, lanzó la cronista Diana Uribe en alguna charla en la que pude presenciarle. El enunciado voló cuando se refería a que había cosas que simplemente tenían que suceder.
A algo así pero sagrado se referían los griegos al citar a las “Moiras” aquellas maduras hermanas responsables de mover desde el nacimiento el hilo de la vida y que en su momento hicieron que Zeus tuviera que ceder su poder para que Perséfone pudiera retornar parte del año a la superficie.
El destino no se puede cambiar, las “Moiras” son invencibles, la historia es implacable con los designios. Es esta lógica del trasegar humano (lógica divina si se quiere), la que el triple Ex ha intentado cambiar, es eso lo que tiene a esta tragedia denominada Colombia al borde de la destrucción.
El triple Ex se niega a aceptar que su tiempo ha terminado, que la dinámica natural que estaba tomando el país obligaba a que él se hiciera a un lado y tomara su papel de expresidente, de abuelo, de padre, de columnista o incluso de influencer, pero ante todo que entregara el poder que logró ostentar por dos periodos presidenciales consecutivos a costa de sacrificar el equilibrio consignado en la Constitución.
Impuso a sus áulicos desde su pedestal al personaje más incapaz, más inexperto, más soberbio, incluso el más canalla, de todos los que estaban en la baraja presidencial de 2018, para demostrarle al país todo su poder. Hoy ese egoísmo lo estamos pagando todos.
El Duque de la Arboleda no es culpable de la pandemia, pero vaya que sí del mal manejo que de ella se hiciera y de la gravedad de las consecuencias que su paso por Colombia está dejando. No es culpable de la desigualdad histórica que tiene al país en el segundo lugar de los más desiguales de América solo superado por Haití, no es culpable de los miles de males que aquejan a la Nación del Sagrado Corazón de Jesús, pero sí es culpable de haberse rendido ante la vanidad de un cargo que en ese momento y hoy, sabe que era incapaz de desempeñar, y en eso es más culpable el que lo llevó de la mano.
El Duque de la Arboleda, el sepulturero del Centro democrático como lo llamé en algún momento, apelativo retirado por cierto tipo de respeto que todavía me inspiraba, tal vez por su dignidad, es el responsable de lo que sucede hoy en Colombia, de esta tragedia que nos está tocando vivir, que tiene a cientos de compatriotas al borde de la muerte por falta de recursos, a millones sin comida, es culpable de esta guerra fratricida sin cuartel que se vive en las calles de la ciudades colombianas y que ha costado la vida de civiles y policías.
El Duque de la Arboleda, de la Sergio Arboleda, el cuerpo ajeno que nos impuso el triple Ex, es el instrumento usado por Átropos para demostrarle a Uribe y a Centro Democrático que su tiempo ha pasado, que el hilo de su existencia ha llegado a su fin y que cualquier intento de perpetuar su poder costará sangre a este país necesitado de transfusión.
ESTRIBILLO:
Buscando explicar la actual situación y dejar en limpio al Sepulturero, dicen que lo que vivimos está infiltrado por el gobierno de Venezuela, con esto queda aún más mal el presidente de Colombia, pues en su primer discurso en el cargo le puso fecha de vencimiento al régimen de Maduro, sin embargo, fue incapaz de hacerlo y hoy, según la tesis conspirativa, es a él al que intentan bajar del poder.