domingo, diciembre 22, 2024

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“MANOS A LA OBRA”

mpCon la permanente avalancha informativa sobre el proceso de paz entre las FARC y el gobierno colombiano, pocos son los que se han preguntado por el posconflicto.

Personalmente tengo dos inquietudes. La primera es quién o quiénes van a administrar los trillones de pesos que posiblemente las FARC tienen escondidos en el monte producto del narcotráfico, el secuestro y la extorsión, y la segunda, qué van a poner hacer a los quince mil o veinte mil mal contados guerrilleros desmovilizados que no saben más que sostener un fusil y armar cambuches en la manigua.

Con respecto a los trillones me gustaría saber quiénes serán los que se repartirán esa rica tula y sobre qué hacer con la tropa desmovilizaba ni idea, pero por lo menos encontré el paliativo inicial.

La realidad sea dicha. Para afrontar el desocupe de una tropa recién desmovilizada toca aprender de las experiencias extrajeras en lo que se refiere al manejo de cuadrillas estresadas con la convulsión de seguir apretando el gatillo.

Entre las lecturas por desocupe y ocio encontré un hermoso texto que habla de las “Mojas Pajilleras” que prestaban servicio social a los soldados y víctimas de la guerra carlista española a mediados del Siglo XIX.

Para los ignorantes, no de la paja, sino de la historia española, la Guerra Carlista fue el conflicto civil que se presentó hace dos siglos entre los partidarios del infante Carlos María Isidro de Borbón y el régimen absolutista de los isabelinos defensores de Isabel II.

Lo cierto es que en diciembre de 1840 por la voluntad del Obispo de Andalucía, se autorizó la creación del Cuerpo de Pajilleras del Hospicio de San Juan de Dios de Málaga.

“Las pajilleras de caridad” eran mujeres de buena voluntad, que, sin importar aspecto físico o edad, prestaban el dichoso consuelo con maniobras de masturbación a los soldados heridos en las batallas de ese conflicto.

Con tanta monja de clausura que hay en Colombia no existe explicación para que se haya acabado tan decorosa actividad. Recuerdo una película inglesa de una abuela quien trabajó de pajillera en un burdel para recaudar el dinero suficiente con el fin de costear una intervención quirúrgica de su nieto, quien estaba en peligro de muerte. La abuela resultó tan profesional que todos los clientes querían con ella al punto que desarrollo “codo de tenista” dolencia de la que casi no se recupera.

La creación de “Las pajilleras de buenas voluntad” se le debe a la Hermana cuarentona Sor Ethel Sifuentes, quien cumplía funciones de enfermera en ese hospital de guerra. La monja, notó el mal talante, la ansiedad y el ambiente saturado de testosterona en el pabellón de heridos del hospital.

Sor Ethel Sifuentes fue iluminada por el Espíritu Santo para decidirse a poner “manos a la obra” y comenzó junto con algunas mojas a pajear a los soldados, oficiales y generales sin hacer distingos de rango.

Que bien sería ese buen servicio y gratis después de escribir esta columna. Oigan, a partir de ese momento a la tropa le tocaba su “pajilla” diaria, obteniendo resultados inmediatos. El clima emocional cambió radicalmente en el pabellón y los exaltados hombres de armas volvieron a convivir cortésmente.

A las “monjitas pajilleras”, se sumaron voluntarias atraídas por el deseo de prestar tan abnegado servicio. A estas voluntarias se les ordenó el uso estricto de un uniforme, una túnica que ocultaba las formas femeninas y un velo para impedir ver el rostro.

El éxito generó la creación de varios cuerpos de pajilleras por toda España, agrupadas bajo distintas asociaciones. Surgieron el Cuerpo de Pajilleras de La Reina, Las Pajilleras del Socorro de Huelva, Las Esclavas de la Pajilla del Corazón de María y en el Siglo XX, las Pajilleras de la Pasionaria.

Pues creo yo que después de esta linda experiencia, de este ejemplo que os he expuesto, sería bueno exigirle a la institución eclesiástica que así como participa permanentemente de las decisiones del Estado, aporte su granito de arena en tan decorosa causa ahora que se acerca el posconflicto colombiano…

Tomado de sdpnoticias.com
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Ruben Benjumea
Soy periodista por vicio y bloguero por pasión y necesidad. Estamos fortaleciendo otra forma de hacer periodismo independiente, sin mucha censura, con miedo a las balas perdidas, pero sin cobardía.