Mientras el Concejo de Medellín analizaba en ese momento la realización o no de la importantísima “cabalgata de animales” durante la Feria de las Flores, en el sector del Centro Comercial SAN DIEGO, un taxista furibundo le zampaba una puñalada a otro compañero por no apoyar la protesta.
Afortunadamente el arma blanca con punta de diamante fue a dar a la llanta delantera derecha del vehículo que quedó en mitad de la calzada que va hacia el municipio de Envigado causando un trancón de máximas proporciones.
Mi madre con los ojos saltones como una rana en una tomatera acabada de fumigar observaba en silencio. Los taxistas protestan por la ineficiencia por parte de la Alcaldía de Medellín, de la Secretaría de Movilidad y la Policía para combatir el transporte informal que se tomó nuevamente las principales vías de la ciudad y por el posible ingreso de un número determinado de taxis blancos que harán parte del sistema de transporte público de la ciudad.
El asunto tiene de largo como de ancho. Desde el centro de la ciudad salen chiveros hacia casi todos los barrios ubicados en la periferia en donde la “formalidad” nunca ha llegado. En la Avenida 80 entre el intercambio vial de La Aguacatala y la calle 44 San Juan, por ejemplo, existe otro recorrido totalmente evidente para los ojos de cualquier parroquiano.
Es verdad que entre esos chiveros se encuentra el desempleado que utiliza su vehículo para hacer carreritas, pero también es cierto que entre esos informales se encuentran detrás del telón combos armados que lideran y coordinan redes de transporte que tanto a la Secretaría de Movilidad como a la Policía les da físico miedo contrarrestar…
